SPAIN CAN: "Hemos encontrado la llave del VIH y la cerradura por la que entra"
Javier Martínez-Picado y Nuria Izquierdo-Useros, virólogos, desean "que no haya que tomar la medicación antirretroviral de por vida como ahora"
23/02/2013 - 00:00h | Actualizada a las 02:17h
Nuria Izquierdo y Javier Martínez
Nuria Izquierdo-Useros
Madrid, 1976. Investigadora del instituto IrsiCaixa en el hospital Germans Trias i Pujol de Badalona.Licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid, al acabar la carrera tenía decidido que quería investigar enfermedades humanas. Llegó a IrsiCaixa en el 2002 para hacer la tesis y se incorporó al equipo de Javier Martínez-Picado. Desde entonces, ha dedicado su carrera a investigar cómo entra el VIH en las células dendríticas. Ha ampliado su formación como investigadora postdoctoral en las universidades de Boston (EE.UU.) y Heidelberg (Alemania).
Javier Martínez-Picado
Barcelona, 1966. Investigador Icrea del centro de investigación del sida IrsiCaixa y profesor asociado de la Universitat Autònoma (UAB). Licenciado en Biología por la Universitat de Barcelona, su vocación inicial era ser profesor de instituto. Dio clases durante un curso en los Salesians de Sarrià antes de incorporarse a la UB como profesor. Tras hacer la tesis sobre genética bacteriana, trabajó tres años en Boston (EE.UU.) en la Escuela de Medicina de Harvard y en el hospital General de Massachusetts. Se incorporó a IrsiCaixa al regresar a Catalunya en el año 2000.
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Cuando vi las células en el laboratorio, y que el virus ya no podía entrar en ellas, se me empezaron a saltar las lágrimas de emoción, es lo más apasionante que me ha pasado haciendo ciencia", recuerda Nuria Izquierdo-Useros, viróloga del instituto de investigación del sida IrsiCaixa en el hospital Germans Trias i Pujol.
Izquierdo-Useros y Javier Martínez-Picado llevaban nueve años intentando descubrir cómo el virus del sida entra en el organismo. Nueve años en los que habían llegado a la conclusión de que la explicación clásica estaba equivocada, pero no habían conseguido encontrar una explicación mejor. Sus experimentos, previsiblemente, habían sido ninguneados por otros investigadores. Nueve años con resultados controvertidos en los que, pese a todo, no se rindieron.
¿Por qué les costó tanto tiempo descubrir cómo entra el virus en el organismo?
J.M.P. Partíamos de una idea equivocada. En el año 2000 se había descubierto una molécula de la que se dijo que era el receptor que el virus utiliza para entrar en las células dendríticas, que son un tipo de células del sistema inmunitario. Estas células son la principal puerta de entrada del virus en el organismo y también intervienen en la progresión de la enfermedad. Así que nos dijimos que, si conseguíamos encontrar variantes genéticas de este receptor, tal vez conseguiríamos bloquear la entrada del virus y de este modo frenar la progresión de la infección.
¿Y qué ocurrió?
J.M.P. Según nuestros resultados, este receptor no era la puerta de entrada. Cuando los experimentos te dan unos resultados que entran en contradicción con lo que esperas encontrar, y con todo lo que está publicado, lo primero que piensas es que has hecho algo mal. Así que hicimos nuevos experimentos para conseguir más datos.
¿Con más datos salieron de dudas?
N.I.U. Durante mucho tiempo, estuvimos cuestionando nuestros propios resultados.
J.M.P. Encontrar algo que va en contra de lo que parece que han encontrado todos los demás no te da confianza precisamente.
N.I.U. Cuesta llegar al punto en que dices: "me creo mis propios datos". Pero al final, habíamos hecho tantas pruebas y tantas comprobaciones, nos habíamos asegurado tanto de que hacíamos bien los experimentos, que llegamos a la conclusión de que tenía que haber otro receptor que aún no se había descubierto.
¿Publicaron los resultados de estos experimentos?
J.M.P. Los enviábamos a publicar, pero nos los rechazaban con facilidad. Es comprensible. Iban contra el dogma. Y todo lo que podíamos decir es: "sabemos que hay un mecanismo alternativo, pero no sabemos cuál es".
Ahora ya saben cuál es.
J.M.P. Ahora, sí. Al final hemos encontrado el componente del virus que le permite entrar en las células dendríticas. Y hemos encontrado el receptor de la membrana de las células por el que entra el virus. Hemos descubierto la llave y la cerradura.
¿Por qué era tan importante descubrir esta llave y esta cerradura?
J.M.P. Por cómo actúa el VIH cuando infecta a una persona. El virus asalta inicialmente las células dendríticas y se acumula en su interior, lo que facilita su diseminación por el sistema inmunitario. Después se aprovecha de las dendríticas para infectar los linfocitos T4, otras células del sistema inmunitario que son esenciales para orquestar nuestras defensas frente a infecciones, y que son la diana última del virus. Todos los fármacos actuales actúan sobre la actividad del virus en los linfocitos T4. No tenemos aún ningún fármaco que limite su actividad en las células dendríticas.
¿Qué permitirán estos fármacos?
N.I.U. Los fármacos que tenemos hoy día permiten reducir la cantidad de virus en la sangre a niveles indetectables, pero no consiguen eliminarlo de los ganglios linfáticos. Pensamos que, si los combinamos con fármacos que actúen sobre las células dendríticas, podremos atacar el virus también en los ganglios.
J.M.P. Nuestro objetivo es conseguir que no haya que tomar la medicación antirretroviral de por vida como ahora. Que se pueda interrumpir el tratamiento sin que el virus vuelva a extenderse.
¿Existen ya fármacos capaces de bloquear la entrada del virus en las células dendríticas?
J.M.P. Hemos identificado treinta moléculas que podrían con seguir este efecto. Hemos empezado a probarlas en cultivos de células en el laboratorio. Seleccionaremos las mejores y trataremos de mejorarlas para ensayarlas primero en animales y, más adelante, si vemos que pueden ser eficaces y seguras, en personas.
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