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MATEO MATHAUS: THE WORLD NOW

El Instituto Cervantes pone de moda el español en Brasil...

 

Juan Valencia (Brasil).-  24/03/2012

El Gobierno lo tiene claro: quiere que el Instituto Cervantes sea la punta de lanza de la cultura y la acción exterior de España. Se trataría, en definitiva, de reforzar la marca España, tan abandonada en los últimos tiempos por nuestros dirigentes. Y, por lo que parece, uno de los objetivos es fortalecer la presencia en Brasil y en Estados Unidos. El gigante sudamericano es el país con mayor número de centros (8) de todo el planeta. Hay matriculados 17.000 alumnos, muy por encima de los 5.000 que estudian en el país de la bandera de las barras y estrellas. El futuro de nuestro idioma es inmenso. Por ejemplo, en el vestibular (el examen de selectividad) los potenciales universitarios brasileños tienen que elegir entre inglés o español, y muchos optan por nuestro idioma.

El edificio que ocupa el Instituto Cervantes en Salvador, la tercera ciudad brasileña, es espectacular. Propiedad del Gobierno de España, tiene tres alturas, una zona de parking y está completamente acristalado. Se encuentra en una de las áreas más nobles y cosmopolitas de la ciudad, a escasos metros del Corredor da Vitória, un barrio rodeado de centros culturales, embajadas, galerías de arte y lujosos edificios con vistas a la espectacular bahía.

En uno de sus despachos trabaja desde finales de 2009 el pacense Anastasio Sánchez,  director del Instituto en la urbe. Lo suyo fue un shock. Dejó la fría Irlanda, donde era jefe de estudios del Cervantes de Dublín, para enfrentarse al sofocante calor del nordeste brasileño: un clima tropical todo el año con ausencia de estaciones definidas. Estos días anda un poco preocupado. Espera ansioso para conocer el presupuesto que el Gobierno destinará al Instituto Cervantes en 2012 y cómo afectará a los centros. En 2011 fue de 103 millones de euros.

El Cervantes de Salvador fue una apuesta personal del ex presidente brasileño Luis Inácio Lula Da Silva. Tras la apertura de Sao Paulo y Río de Janeiro, se decidió apostar por el desfavorecido nordeste de Brasil y, desde ese momento, ya ha pasado casi un lustro. El primer director fue Luis Moratinos, hermano del ex ministro de Asuntos Exteriores. Después llegó Sánchez: “Estamos contentos con los resultados en los últimos dos años; hemos crecido un 60%, ahora tenemos entre 1.200 y 1.300 alumnos. Además, el resultado comercial se ha triplicado”.

Todos los centros son obligados a tener un porcentaje de autofinanciación. Dependiendo de los centros y de las ciudades el índice sube o baja. “En Salvador el objetivo de autofinanciación es el 30% y lo estamos cumpliendo. Si conseguimos más financiación podremos hacer, por ejemplo, más actividades culturales. El principal problema que tenemos  es que las grandes empresas están radicadas en el sur de Brasil, por las que muchas ya han firmado acuerdos con los centros de Río, Sao Paulo o Brasilia”, explica Sánchez.

“En Brasil nadie te regala nada”

Intentamos no sólo conseguir el patrocinio. Buscamos también que las empresas se involucren en la marca España, en formar a sus empleados buscando ese signo de calidad, ese plus que es lo que nos diferencia de los demás. Acabamos de firmar acuerdos con tres importantes colegios de Salvador. En Brasil nadie te regala nada”, añade.

Al encontrarse fuera de España, la tarea del Cervantes es, a veces, poco reconocida. El director recuerda que hay centros como el de Sao Paulo que cuentan con 6.000 alumnos. “Los centros con mayor potencial son los de Pekín, Moscú, Varsovia, Manila, Sao Paulo y Casablanca. Cada uno de ellos tiene entre 5.000 y 6.000 alumnos. En Brasil, por ejemplo, Río de Janeiro tiene 3.000. En el año 2009, la aportación del Cervantes de Brasil a la red era del 8%; en 2011 fue ya del 15%, lo que supone un incremento cuantitativo y cualitativo”.

El perfil de los alumnos del centro de Salvador está bien definido: “Clase alta, la mayoría jóvenes profesionales que necesitan el idioma por su trabajo ya que sus empresas tienen relaciones comerciales con países latinoamericanos, principalmente con Chile o Argentina. Luego hay otro grupo que estudia el español por cuestiones turísticas, porque tienen familia en España o porque quieren viajar a países del entorno, donde necesitan el español para comunicarse”.

A los brasileños les gusta el Instituto Cervantes. Lo que más valoran son los profesores nativos, las maravillosas instalaciones y, por último, la atención que reciben por parte de la plantilla. “Hay familias que tienen a sus hijos estudiando en EEUU y lo que agradecen es la posibilidad de beneficiarse de la red de centros. Tienen un hijo en el Cervantes de Nueva York y otro en el de Salvador, con la posibilidad de cambiar de centro en cualquier momento siguiendo el mismo programa con la misma calidad”, apunta Sánchez, que empezó a trabajar en el Cervantes hace dos décadas.

El fracaso de la “Ley del español”

Pero las cosas en Brasil y principalmente en Salvador van muy despacio. La conocida como “Ley del español” en la que el idioma se tenía que ofertar de forma igualitaria al inglés en las escuelas de Brasil no ha entrado en funcionamiento en su totalidad. Tenía que ser una realidad en 2010, pero se retrasó. “En Salvador su implantación no llega al 30%. La ley se encuentra con varios problemas, no hay un profesorado capacitado para la enseñanza del español, las universidades que son las que capacitan a los profesores para ejercer como maestros no tienen capacidad de formación. En Salvador faltarían 2.000 profesores. Aquí las cosas van muy lentas, pero yo detecto que las cosas se están empezando a mover”.

Nadie tiene dudas y menos el director de Cervantes en Salvador. El español es el segundo idioma en Brasil. “El francés y el alemán han caído mucho”, asegura. Prueba de ello es el interés que los cursos de español despiertan en los niños. “Es verdad que el español se empieza a estudiar en los últimos años de colegio o en la universidad, después de dominar el inglés”.

La crisis que padece España no pasa desapercibida al otro lado del Atlántico aunque sea a 8.000 kilómetros de distancia. Sánchez reconoce que se puede ser más austero en la gestión, por ejemplo en la “renovación de materiales. Desde el 30 de diciembre no podemos contratar a nadie Si tengo una baja es prácticamente imposible cubrirla, lo que se pretende es que se trabaje más. Entendemos la situación y todos somos conscientes de lo que está ocurriendo”.

El nuevo director del Instituto Cervantes, Victor García de la Concha, lo tiene claro. “Hay que ser austeros, vamos a dejarnos de lujos”. Hacer más por menos para convertir al Cervantes, como dice García de la Concha, “en el lugar de encuentro de América y de España para difundir no sólo la lengua española sino la cultura en lengua española”.

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