Sarkozy sube en las encuestas frente a los socialistas...
El 76 por ciento de los franceses creen que el presidente «ha estado a la altura», y mejora en intención de voto ante las presidenciales
La gestión política puede dar la victoria a Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales del 22 de abril y el 6 de mayo próximos, acelerando una reconquista del electorado moderado que había comenzado semanas atrás. El 76 por ciento de los franceses, de izquierda y derecha, estiman que el presidente de la República ha estado «a la altura de la función presidencial», «atento al respeto de todas las sensibilidades» (75 por ciento, y «cuidadoso de la unidad nacional» (72 por ciento), según un sondeo de Sofres para i-TV.
Todos los indicadores de todos los estudios de opinión subrayan la misma evidencia. François Hollande se cotizaba como ganador seguro en todos los sondeos, desde hace seis meses. Desde hace tres semanas, el candidato socialista se estanca o pierde terreno, cuando Sarkozy comienza a cotizarse como ganador de la primera vuelta, recortando distancias en la segunda y decisiva. Todos los sociólogos insisten en la relatividad de los sondeos y la importancia crucial de la tendencia. El margen de error de los sondeos suele oscilar en 2 o 3 puntos. Por el contrario, la tendencia es siempre fiable. Y la tendencia es siempre la misma, desde hace días.
Pascal Perrineau, director del Centro Nacional de Investigaciones Políticas, analiza la evolución de la campaña de este modo: «Los acontecimientos de Toulouse y Montauban son algo excepcional, que no había ocurrido jamás. Y la función presidencial se instala en el corazón del juego político, en beneficio de Sarkozy. La seguridad vuelve a ser uno de los temas capitales de la campaña. Es un tema muy favorable para el presidente. Según todos los estudios de opinión, desde hace meses, Hollande tiene muy poca credibilidad nacional en materia de seguridad. Por el contrario, la seguridad es una de las cartas maestras de Sarkozy, con la que consigue las mejores cotas de credibilidad personal».
Conscientes de que los acontecimientos de Toulouse han supuesto un aldabonazo excepcional, planteando con crudeza los problemas de seguridad, todos los candidatos intentan relanzar sus campañas, desde esa óptica. El reposicionamiento favorece sensiblemente a Sarkozy.
Marine Le Pen, candidata del Frente Nacional (FN, extrema derecha), ha intentado explotar los crímenes terroristas. En vano, la demagogia populista ultraconservadora está perdiendo crédito. Y la candidata del FN ha pasado a cotizarse en cuarto lugar, desbordada por Jean-Luc Mélenchon, el candidato del Frente de Izquierdas (comunistas y ultraizquierdas varias), que es un populista de izquierdas que está convirtiéndose en el tercer candidato más votado en la primera vuelta, para desgracia de François Hollande.
Melénchon está haciendo una campaña de «izquierda izquierda», «anti capitalista», «anti europea», «anti socialdemócrata»... y esa retórica funciona. La ascensión de la izquierda de la izquierda es una amenaza para el candidato socialista... si Hollande gira a la izquierda, para «recuperar» ese electorado izquierdista, perderá el electorado moderado, en beneficio de Sarkozy.
Esa oscilación de la opinión pública, a treinta días de la primera vuelta, reinstala al presidente candidato en el corazón de la campaña, con sus ventajas y sus riesgos. Sarkozy afronta tal desafío con una doble estrategia. Presentarse como el presidente que protege (avanzando su gestión política de la crisis y los asesinatos terroristas), que también es un presidente que une (recibiendo a las jerarquías religiosas musulmanas y judías, en el Elíseo), confirmándose como el candidato que mejor conoce todos los resortes de la seguridad del Estado, con una experiencia única, en Francia y Europa.
La estrategia presidencial ha dese- quilibrado parcialmente la estrategia del PS y su candidato, que se han dividido las tareas de la campaña. Los «tenores» socialistas intentan relanzar la campaña criticando la gestión policial de las matanzas. Y François Hollande se reserva el papel de hombre de Estado, intentando evitar el cuerpo a cuerpo con el presidente de la República.
Tras el epílogo ensangrentado de la crisis de Toulouse, socialistas y conservadores se han embarcado en una peligrosa batalla de posiciones. El PS, Hollande y numerosas personalidades afines, intentan criticar los «fallos» de estos o aquellos puntos concretos del seguimiento del criminal, o del asalto que culminó con un tiro en la cabeza del asesino. Se trata de una manera de intentar «minimizar» la eficacia policial del gobierno. Sarkozy, por su parte, ha decidido avanzar en varios terrenos: claridad, transparencia e insistencia en la unidad de la nación, indisociable de la firmeza y la mano de hierro policial. Claude Guéant, ministro del Interior, y todas las jerarquías policiales, han sido invitadas a dar explicaciones y facilitar información.
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