Uno de los mitos más en boga actualmente entre todos aquellos que aspiran a un escaño en esa sobrepoblada congregación internacional de progresistas de toda laya es esa versión falaz que nos presenta al islam como una civilización, no ya humanista e incluso progresista (¡!), sino además científica y filosófica (o cuanto menos protectora y divulgadora de esas disciplinas que, supuestamente, florecieron y conocieron una época de esplendor al amparo del universo musulmán). En pocas palabras: el cuento de un ídilico islam tolerante y creador de cultura y progreso, momento cumbre de la Humanidad, contrapartida obligada de la grosera descalificación de la Civilización Occidental, biblia de nuestros días de esa izquierda bovina de cerebro espongiforme y de ese rebaño políticamente correcto de intelectuales de pensamiento chirle y casero.
Hace más de 140 años el filósofo e historiador francés Ernest Renan se expresaba así sobre la esterilidad científica y cultural del islam.
“El islamismo (*1) en realidad siempre persiguió la ciencia y la filosofía, y acabó por ahogarlas (…) Los liberales (*2) que defienden al islam no lo conocen. El islam es la unión indiscernible de lo espiritual y de lo temporal, es el reino de un dogma, es la cadena más pesada que la humanidad haya nunca llevado. En la primera mitad de la Edad Media, el islam toleró la filosofía porque no pudo impedirla, ya que estaba sin cohesión, poco dotado para el terror. (…) Pero cuando el islam dispuso de masas ardientemente creyentes lo destruyó todo. (…) No le hagamos, pues, el honor de lo que no pudo suprimir. Hacerle al islam el honor de la filosofía y de la ciencia que no pudo aniquilar completamente sería como si le hicieramos el honor a los teólogos de los descubrimientos de la ciencia moderna. (…) No se hereda de aquellos a los que se asesina, no se debe acreditar a los perseguidores el mérito de aquellas cosas que han perseguido.
Sin embargo, es el error que se comete por exceso de generosidad cuando se atribuye a la influencia del islam un movimiento (la ciencia y la filosofía) que se produjo a pesar del islam, contra el islam y que el islam, felizmente, no pudo impedir. ¿El islamismo acaso ofreció a esas búsquedas racionales algún socorro tutelar? ¡Oh no, de ninguna manera! Este bello movimiemto no recogió de los musulmanes ortodoxos más que maledicciones”.
Ernest Renan, “L´islamisme et la science”, conferencia dada en la Sorbonne el 29 de marzo de 1883, recogida en el volumen “Discours et conférences”. (Paris, 1887).
(*1) En esa época se decía islamismo por islam. El término no tenía ninguna connotación política u ideológica especial, como ahora. Aquí islamismo pertenece a la misma seríe de judaísmo, cristianismo, budismo… Hoy se dice islamismo como comunismo, socialismo, anarquismo…, para hacer una distinción entre la religión y la ideología política que surge de ella. ¿Pero en el fondo, acaso el islam es sólo una simple religión? Es un programa político totalitario. La distinción entre islam e islamismo es sólo una convención que en el fondo trata de separar artificialmente lo que se pretende presentar como una religión más por un lado y por el otro un programa totalitario que sólo sería una instrumentalización de la religión musulmana. Pero el islam siempre conduce al islamismo.
(*2) Hoy diríamos “progresistas”.
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