“¿Me dejas que te inquiete, amor? Empiezo a entender que te gusta buscar tanto como a mí encontrar… Buscar y encontrar juntos sería el mayor placer que podríamos compartir y prometernos. Mis encuentros serían la culminación de tus búsquedas; tus búsquedas el pretexto de mi voluntad de reconocer. Cada hallazgo sería una fiesta. Siempre tendríamos motivos suficientes para ejercitar nuestra curiosidad, asombrarnos y quedar perplejos, abandonarnos al placer de conversar con la porción invisible de las cosas… ¿Jugamos?... Sólo es posible alcanzar la verdad a través del juego”…
Si mañana —día de San Valentín— se encontrara una carta de amor escrita por Nietzsche a Lou Salomé con tales palabras en su prólogo seguro que de inmediato sería declarado el descubrimiento filosófico del año, y por supuesto considerado como el eslabón perdido de la historia de los “amores difíciles”, una joya para cualquier tesoro de citas de enamorados ilustres… Aun con todo, si Nietzsche no escribió tal carta, o se perdió en los recovecos de la vida de Lou, bien pudo escribir estas palabras para su amada o al menos pensarlas… Si alguna vez Nietzsche estuvo loco o fue demente, lo fue de amor; así se manifiesta la crueldad de los dioses moribundos o destronados con quien se atreve a su magnicidio.
No se si sabes que Así habló Zarathustra está muy relacionad con un episodio biográfico de Nietzsche, ese periodo denominado como el de “la comunidad más allá del bien y del mal” que quisieron formar Nietzsche, Paul Rée y Lou von Salomé. Para algunos autores, Lou fue tanto la discípula deseada y esperada por Nietzsche como la mujer poseedora del “egoismo felino del que no puede amar”, la mujer que él creyó inmoral, en el sentido de encontrarse “más allá del bien y del mal”, para descubrir luego que sólo lo era en el sentido corriente del término. La relación de Nietzsche con Lou tuvo esa ambigüedad y tensión entre el amor y la lucha de caracteres —un simulacro y forma benigna del odio que se da entre dos fuertes personalidades al chocar en la vida— y que algunas veces reconocemos tanto entre amigos que se aman y discuten y confrontan permanentemente, como entre amantes celosos de su independencia y la intimidad de su particular territorio existencial (que guardan a veces con insolencia ante las presuntas invasiones del otro: amado rival).
Monica B. Cranoligni, sin duda una de las más brillantes comentaristas de la vida y obra de Nietzsche, señala al respecto que aunque el ideal de Lou era formar una especie de comunidad de estudio y amistad —“un cuarto lleno de libros y flores junto a los camaradas de trabajo”— no eran estos los planes del filósofo, quien pretendía con Lou esa exclusividad “posesiva” que entendía era la que se daba naturalmente en el amor entre los sexos… En éste y otros pasajes de su vida reconocemos las paradojas existenciales de Nietzsche, sus máscaras diversas: alguien que exalta la amistad sobre el amor por su carácter no posesivo y sin embargo aspira a una relación sexual con su enamorada en exclusiva y no cede a las propuestas de “relación comunitaria” de sus más que amigos Paul Rée y Lou Salomé; que plantea teóricamente buscar “más allá del bien y del mal” y luego, despechado, tacha de inmorales a sus “camaradas”; alguien que piensa y se expresa con vehemencia y riesgo, y luego aparece tímido e inseguro (incluso impaciente y apresurado) pidiendo al mismo Paul que haga de mediador con Lou para declararle su amor… Nietzsche era humano, demasiado humano, y así lo reconocemos en sus paradojas y contradicciones, en sus miedos, en sus máscaras.
Aunque siento una entrañable simpatía por Nietzsche, hasta compasión por su historia personal —lo que seguramente sería motivo para que me insultara y acusara de debilidad de carácter y de constituir un pesado fardo para las espaldas del superhombre—, no dejo de admirar la voluntad de Lou Salomé, su búsqueda personal a través de las relaciones especiales con otros artistas y pensadores, como Rilke o Freud, su anhelo de vivir de acuerdo a sí misma y no adaptarse a modelos ajenos, vivir sus propios deseos, seguir sus propias búsquedas existenciales… Parece ser que Lou fue quien inventó esta tan radical como afortunada frase —“más allá del bien y del mal”—, generalmente atribuida a Nietzsche, para nombrar un tipo de relación nada convencional en aquel tiempo de compartirse como amigos y hasta como amantes (si se diera el caso), pero excluyendo la posesión única, casi absoluta, de sus cuerpos y la llave de sus relaciones con el resto del mundo. De todos modos el choque sentimental entre tales seres nada comunes, su “idilio trágico”, no podía acarrear otra cosa que desencantos, intrigas y mentiras, frustraciones, enorme sufrimiento en el más débil —por supuesto Nietzsche—, y un cierto desgarro más o menos evidente, o profundo, en sus respectivas vidas a partir de entonces.
El episodio sentimental entre Nietzsche y Lou Salomé podría poner en entredicho algunas de las afirmaciones más radicales e instintivas de filósofo, pero no sería justo hacerlo, ya que debemos comprender e incluso disculpar el exceso de emotiva humanidad del filósofo, quizás perdido en los laberintos de los afectos desde su infancia o atrapado fatalmente en las sombras de su baja autoestima como varón. Por ejemplo su filosofía afirmativa del “amor fati”, un intento de hacer despertar al hombre de su somnolencia o modorra existencial, de su indigencia y pobreza de espíritu, ese aferrarnos a las costumbres y conveniencias, a los sagrados principios —la sagrada familia, por ejemplo—, a la comodidad de lo política y socialmente correcto. Nietzsche anunció el “amor fati”, lo afirmó con vehemencia, aunque luego arruinara su ánimo en sus urgencias con Lou Salomé… Para abrazar el “amor fati” —el Destino en todos sus avatares y con todas sus consecuencias— es necesario criticar la moral prefabricada en la que nos cobijamos, destruir sus bases y romper las cadenas que nos esclavizan a sus formalidades. Vivir el destino es quedarnos al aire de sus misterios y a la fresca de sus dictados imprevisibles. No existe ningún “superjugador” que dicte las reglas a priori, ni ningún significado previo al juego mismo de vivir… —Sólo es posible alcanzar la verdad a través del juego, te decía, amor… Qué hermoso poder empezar contigo cada día una nueva partida, una partida sin vencedores ni vencidos. Jugar por el placer de jugar, es decir de vivir, de amar… Todas las figuras blancas, todos los lugares blancos, como lo aprendí de mi maestra Yoko… Play it by trust; juega con confianza, amor…
Aunque el “amor fati” nietzscheano tenga que ver con el destino, no es sin embargo la aceptación resignada de las cosas como acontecen. Al contrario: el hombre nietzscheano quiere para sí, “voluntariamente”, las leyes universales del destino que las plantas, los animales, los otros seres humanos responsables y desprovistos de voluntad, se limitan a seguir ciegamente… pero también —dotado de voluntad y del poder del deseo que no se conforma con poseer— quiere hacer posible que las cosas que deberían suceder, sucedan… Aquello que quisimos que fuera, fue; aquello que deseamos que sea, será… “Muévete siempre en el momento, en un presente vivido plenamente, con coraje, decisión, voluntad”, decía más o menos Nietzsche… y “vive este momento de modo tal que desees revivirlo”… El eterno retorno es, entonces, una decisión, no una “idea” o una metáfora… Quien desea y es capaz de asumir esto a través del concepto y la intuición del “amor fati” es un ser diferente; quien apuesta por la vida, por su riesgo e incertidumbre, es diferente… —Somos diferentes, amor… y ésta es la fuerza que nos imanta y hace invencibles…
La intuición del “eterno retorno” nitzscheana, aunque parezca una paradoja, pone en evidencia nuestra necesaria mortalidad, esa deliciosa y tan humana contingencia existencial… “¿Es esto la vida? ¡Pues vuelva otra vez!”… Creer en el eterno retorno significa arrodillarse ante nuevos ideales: vivir el instante, restaurar los placeres de la realidad material, reivindicar el destino —es decir el azar, aunque se travista de teoría de las posibilidades y la probabilidad—, el devenir imprevisible… La noción del eterno retorno supone pues un rechazo de la idea de “tiempo lineal” a favor de una circularidad sin comienzo ni fin, apenas unos puntos suspensivos de vez en cuando… Afirmar el instante, conjugar el destino con la suerte y la fortuna, le duele a la metafísica, que aborrece todo lo que considera fungible, lo que fluye alegre… Amar lo que trae el destino y abrazar a la vida en todos sus aspectos, aún los más terribles, eso es "amor fati"… —¿recuerdas, amor, la película La vida es bella?...eso es ni más ni menos amar con lazos mortales…
En una carta anterior te escribía: “Un hombre y una mujer se encuentran en el centro sagrado del universo. Son cuerpos y almas vagamundos que han soportado en silencio la tensión entre su soledad interior y el vacío-lleno que les rodea… cuerpos y almas a la deriva en la nada. Su encuentro es un asirse a la esperanza. Sus miradas son un alivio a su ceguera e invisibilidad. Sus cuerpos se reclaman los olores, las pieles, las caricias, el sudor, el calor de las mejillas, la humedad de los besos, el escándalo de los gemidos, todos los líquidos retenidos en sus órganos y vísceras… Se regalan en el sacrificio de un abrazo inextricable… Su destino se manifiesta espléndido en el milagro de las metamorfosis de sus cuerpos y en el destierro de todo razonamiento lógico al abandonarse a su placer. El misterio del encuentro de un hombre y una mujer está en el poder insuperable de su deseo. Un hombre y una mujer se aman a pesar de sus circunstancias, de los demás, de la amenaza del olvido. Un hombre y una mujer se separan a pesar del poder narcótico de sus recuerdos… Y aunque sabemos que un encuentro nunca es para siempre, que todo finaliza más tarde o más temprano… no dejamos de desear que esta vez sea más duradero, acaso para siempre, si el destino quiere o así estaba escrito"… —Ay, mi amor, discúlpame si alguna vez me repito, me cito, es que quiero que grabes en tu memoria las palabras decisivas; hagas tatuajes en tu vientre aun con tinta invisible…
Kristin Flood ha escrito un hermoso libro sobre el “amor fati”… sobre el destino. Ahora ya sabes qué es elegir un hilo de plata en la compleja trama y urdimbre de una red de posibilidades en la vida; debes sentirlo en el vientre, te recuerdo, no sólo en el corazón… Kristin ha escrito cosas tan bellas como que se puede sentir el perfume del propio destino… Esta tarde mi destino huele a flor de Iris, a lirios, y violetas… Hueles a lirios y violetas, mi amor…
Si mañana —día de San Valentín— se encontrara una carta de amor escrita por Nietzsche a Lou Salomé con tales palabras en su prólogo seguro que de inmediato sería declarado el descubrimiento filosófico del año, y por supuesto considerado como el eslabón perdido de la historia de los “amores difíciles”, una joya para cualquier tesoro de citas de enamorados ilustres… Aun con todo, si Nietzsche no escribió tal carta, o se perdió en los recovecos de la vida de Lou, bien pudo escribir estas palabras para su amada o al menos pensarlas… Si alguna vez Nietzsche estuvo loco o fue demente, lo fue de amor; así se manifiesta la crueldad de los dioses moribundos o destronados con quien se atreve a su magnicidio.
No se si sabes que Así habló Zarathustra está muy relacionad con un episodio biográfico de Nietzsche, ese periodo denominado como el de “la comunidad más allá del bien y del mal” que quisieron formar Nietzsche, Paul Rée y Lou von Salomé. Para algunos autores, Lou fue tanto la discípula deseada y esperada por Nietzsche como la mujer poseedora del “egoismo felino del que no puede amar”, la mujer que él creyó inmoral, en el sentido de encontrarse “más allá del bien y del mal”, para descubrir luego que sólo lo era en el sentido corriente del término. La relación de Nietzsche con Lou tuvo esa ambigüedad y tensión entre el amor y la lucha de caracteres —un simulacro y forma benigna del odio que se da entre dos fuertes personalidades al chocar en la vida— y que algunas veces reconocemos tanto entre amigos que se aman y discuten y confrontan permanentemente, como entre amantes celosos de su independencia y la intimidad de su particular territorio existencial (que guardan a veces con insolencia ante las presuntas invasiones del otro: amado rival).
Monica B. Cranoligni, sin duda una de las más brillantes comentaristas de la vida y obra de Nietzsche, señala al respecto que aunque el ideal de Lou era formar una especie de comunidad de estudio y amistad —“un cuarto lleno de libros y flores junto a los camaradas de trabajo”— no eran estos los planes del filósofo, quien pretendía con Lou esa exclusividad “posesiva” que entendía era la que se daba naturalmente en el amor entre los sexos… En éste y otros pasajes de su vida reconocemos las paradojas existenciales de Nietzsche, sus máscaras diversas: alguien que exalta la amistad sobre el amor por su carácter no posesivo y sin embargo aspira a una relación sexual con su enamorada en exclusiva y no cede a las propuestas de “relación comunitaria” de sus más que amigos Paul Rée y Lou Salomé; que plantea teóricamente buscar “más allá del bien y del mal” y luego, despechado, tacha de inmorales a sus “camaradas”; alguien que piensa y se expresa con vehemencia y riesgo, y luego aparece tímido e inseguro (incluso impaciente y apresurado) pidiendo al mismo Paul que haga de mediador con Lou para declararle su amor… Nietzsche era humano, demasiado humano, y así lo reconocemos en sus paradojas y contradicciones, en sus miedos, en sus máscaras.
Aunque siento una entrañable simpatía por Nietzsche, hasta compasión por su historia personal —lo que seguramente sería motivo para que me insultara y acusara de debilidad de carácter y de constituir un pesado fardo para las espaldas del superhombre—, no dejo de admirar la voluntad de Lou Salomé, su búsqueda personal a través de las relaciones especiales con otros artistas y pensadores, como Rilke o Freud, su anhelo de vivir de acuerdo a sí misma y no adaptarse a modelos ajenos, vivir sus propios deseos, seguir sus propias búsquedas existenciales… Parece ser que Lou fue quien inventó esta tan radical como afortunada frase —“más allá del bien y del mal”—, generalmente atribuida a Nietzsche, para nombrar un tipo de relación nada convencional en aquel tiempo de compartirse como amigos y hasta como amantes (si se diera el caso), pero excluyendo la posesión única, casi absoluta, de sus cuerpos y la llave de sus relaciones con el resto del mundo. De todos modos el choque sentimental entre tales seres nada comunes, su “idilio trágico”, no podía acarrear otra cosa que desencantos, intrigas y mentiras, frustraciones, enorme sufrimiento en el más débil —por supuesto Nietzsche—, y un cierto desgarro más o menos evidente, o profundo, en sus respectivas vidas a partir de entonces.
El episodio sentimental entre Nietzsche y Lou Salomé podría poner en entredicho algunas de las afirmaciones más radicales e instintivas de filósofo, pero no sería justo hacerlo, ya que debemos comprender e incluso disculpar el exceso de emotiva humanidad del filósofo, quizás perdido en los laberintos de los afectos desde su infancia o atrapado fatalmente en las sombras de su baja autoestima como varón. Por ejemplo su filosofía afirmativa del “amor fati”, un intento de hacer despertar al hombre de su somnolencia o modorra existencial, de su indigencia y pobreza de espíritu, ese aferrarnos a las costumbres y conveniencias, a los sagrados principios —la sagrada familia, por ejemplo—, a la comodidad de lo política y socialmente correcto. Nietzsche anunció el “amor fati”, lo afirmó con vehemencia, aunque luego arruinara su ánimo en sus urgencias con Lou Salomé… Para abrazar el “amor fati” —el Destino en todos sus avatares y con todas sus consecuencias— es necesario criticar la moral prefabricada en la que nos cobijamos, destruir sus bases y romper las cadenas que nos esclavizan a sus formalidades. Vivir el destino es quedarnos al aire de sus misterios y a la fresca de sus dictados imprevisibles. No existe ningún “superjugador” que dicte las reglas a priori, ni ningún significado previo al juego mismo de vivir… —Sólo es posible alcanzar la verdad a través del juego, te decía, amor… Qué hermoso poder empezar contigo cada día una nueva partida, una partida sin vencedores ni vencidos. Jugar por el placer de jugar, es decir de vivir, de amar… Todas las figuras blancas, todos los lugares blancos, como lo aprendí de mi maestra Yoko… Play it by trust; juega con confianza, amor…
Aunque el “amor fati” nietzscheano tenga que ver con el destino, no es sin embargo la aceptación resignada de las cosas como acontecen. Al contrario: el hombre nietzscheano quiere para sí, “voluntariamente”, las leyes universales del destino que las plantas, los animales, los otros seres humanos responsables y desprovistos de voluntad, se limitan a seguir ciegamente… pero también —dotado de voluntad y del poder del deseo que no se conforma con poseer— quiere hacer posible que las cosas que deberían suceder, sucedan… Aquello que quisimos que fuera, fue; aquello que deseamos que sea, será… “Muévete siempre en el momento, en un presente vivido plenamente, con coraje, decisión, voluntad”, decía más o menos Nietzsche… y “vive este momento de modo tal que desees revivirlo”… El eterno retorno es, entonces, una decisión, no una “idea” o una metáfora… Quien desea y es capaz de asumir esto a través del concepto y la intuición del “amor fati” es un ser diferente; quien apuesta por la vida, por su riesgo e incertidumbre, es diferente… —Somos diferentes, amor… y ésta es la fuerza que nos imanta y hace invencibles…
La intuición del “eterno retorno” nitzscheana, aunque parezca una paradoja, pone en evidencia nuestra necesaria mortalidad, esa deliciosa y tan humana contingencia existencial… “¿Es esto la vida? ¡Pues vuelva otra vez!”… Creer en el eterno retorno significa arrodillarse ante nuevos ideales: vivir el instante, restaurar los placeres de la realidad material, reivindicar el destino —es decir el azar, aunque se travista de teoría de las posibilidades y la probabilidad—, el devenir imprevisible… La noción del eterno retorno supone pues un rechazo de la idea de “tiempo lineal” a favor de una circularidad sin comienzo ni fin, apenas unos puntos suspensivos de vez en cuando… Afirmar el instante, conjugar el destino con la suerte y la fortuna, le duele a la metafísica, que aborrece todo lo que considera fungible, lo que fluye alegre… Amar lo que trae el destino y abrazar a la vida en todos sus aspectos, aún los más terribles, eso es "amor fati"… —¿recuerdas, amor, la película La vida es bella?...eso es ni más ni menos amar con lazos mortales…
En una carta anterior te escribía: “Un hombre y una mujer se encuentran en el centro sagrado del universo. Son cuerpos y almas vagamundos que han soportado en silencio la tensión entre su soledad interior y el vacío-lleno que les rodea… cuerpos y almas a la deriva en la nada. Su encuentro es un asirse a la esperanza. Sus miradas son un alivio a su ceguera e invisibilidad. Sus cuerpos se reclaman los olores, las pieles, las caricias, el sudor, el calor de las mejillas, la humedad de los besos, el escándalo de los gemidos, todos los líquidos retenidos en sus órganos y vísceras… Se regalan en el sacrificio de un abrazo inextricable… Su destino se manifiesta espléndido en el milagro de las metamorfosis de sus cuerpos y en el destierro de todo razonamiento lógico al abandonarse a su placer. El misterio del encuentro de un hombre y una mujer está en el poder insuperable de su deseo. Un hombre y una mujer se aman a pesar de sus circunstancias, de los demás, de la amenaza del olvido. Un hombre y una mujer se separan a pesar del poder narcótico de sus recuerdos… Y aunque sabemos que un encuentro nunca es para siempre, que todo finaliza más tarde o más temprano… no dejamos de desear que esta vez sea más duradero, acaso para siempre, si el destino quiere o así estaba escrito"… —Ay, mi amor, discúlpame si alguna vez me repito, me cito, es que quiero que grabes en tu memoria las palabras decisivas; hagas tatuajes en tu vientre aun con tinta invisible…
Kristin Flood ha escrito un hermoso libro sobre el “amor fati”… sobre el destino. Ahora ya sabes qué es elegir un hilo de plata en la compleja trama y urdimbre de una red de posibilidades en la vida; debes sentirlo en el vientre, te recuerdo, no sólo en el corazón… Kristin ha escrito cosas tan bellas como que se puede sentir el perfume del propio destino… Esta tarde mi destino huele a flor de Iris, a lirios, y violetas… Hueles a lirios y violetas, mi amor…
Foto: Lirios en casa de Rebecca; julio 2004
24 COMENTARIOS:
AVISO::: En el apartado de comentarios del texto anterior he dejado una larga respuesta para casi todos que dejaron allí sus comentarios... Aun me quedan los últimos, pero ya los pondré allí o bajo sus almohadas... Saludos, kisses... pau
12 DE FEBRERO DE 2008, 21:53Amado rival: nunca esas palabras se acercaron tanto a la verdad, para quien es considerada -desde dentro y desde fuera- una terrorista sentimental, que no ve en el amor a un cómplice si no a un delicioso enemigo es difícil celebrar una almibarada fiesta como es San Valentín.
12 DE FEBRERO DE 2008, 22:45Hermoso texto.
Pecaría de petulante si pensará que soy capaz de haberla escrito yo y no Nietzsche, pero asi me siento, porque para mi el amor es un juego de niños, donde vas creando cada día un juego de encuentros y búsquedas, sí como tú dices si alguna vez estuvo loco o fue demenete, lo fue de amor, porque sí para amar hay que estar muy loco.
13 DE FEBRERO DE 2008, 1:24Siento a veces Pau que no estoy a la altura de tus escritos, pero sabes, quizás sea así pero yo estoy loca , loca por vivir, y eso es suficiente para entrar en tu universo y escribir mis humildes palabras.
Un beso dmente Pau.
Las diferencias entre lo que razonamos y lo que sentimos nos hacen normalmente incongruentes hasta con nosotros mismos.
13 DE FEBRERO DE 2008, 9:36El amor te nubla el entendimiento y a partir de ahí todo es posible...
Pau eres increíble, tienes un blog espectacular, me siento afortunada de haberte "encontrado" o al revés jajaj, de que me encontraras tu a mi.
Tengo mucho que aprender de ti.
Gracias por estar aquí.
Tsunami de besos para ti.
Silvia^^
Hola a todas... Vamos a ver... Gracias demolition doll, no sé si debes o no celebrar esta fiesta (yo espero una señal que me diga si debo hacerlo ono), pero lo que sí debes celebrar es el carnaval de las palabras, 365 días al año, y más por que no se puede... Qué buena tu música de recepción...
13 DE FEBRERO DE 2008, 13:40Cinderella: qué tiernas tus palabras, son de esponja natural, humedectada con tus líquidos, refrescan la piel como una caricia de agua... sigue...
Dianna-Silvia: mi tsunami, hada buena, cómo me mimas, me malcrías, me pones... jajaja... Sigo con mis dudas sobre dónde y cómo colgar tus galardones, que los quiero poner con orgullo y tengo mis dudas... a ver si te envío un email y te pido consejo... Gracias por dejarte encontrar y lucir en la isla como un faro de sonrisas permanente...
Kisses a todas que habéis escrito y a todos que nos leen... Esta tarde pondré un nuevo texto para alumbrar la vigilia de San Valentín... saludos... Pau
Nunca olvidaré el impacto que me produjo la lectura de la correspondencia entre Lou Andreas-Salomé y Rilke.
13 DE FEBRERO DE 2008, 13:55Sin duda era una mujer con mucho que decir. En mi mesilla tengo esperando su "Mirada retrospectiva", una autobiografía que estoy deseando leer.
Un saludo.
Pregunta desde mis inquietantes 21 para los 30 expuestos: cómo se llega a poder escribir esto? Qué has estudiado? O si no, autodicacta a cuántos km/h ?
13 DE FEBRERO DE 2008, 14:37Mmmmmm , tú me pones más!!! ;))
13 DE FEBRERO DE 2008, 15:12Claro corazón que te mimo y es porque te lo mereces.!!
Puse tu coment y el link en mi post como colaboración , me gustaron tus palabras.
Mándame hasta una sobrasada por email si lo crees oportuno xD.
Estoy a tu entera disposición, ilustre isleño de mis entretelas.
Besitos^^
Enhorabuena por el blog, señor Llanés, me parece muy interesante. Pero lo que ahora quería consultarle es otra cosa, digamos colateral: ejem, ¿cómo lo hace usted para concitar en este espacio a tantas ctónicas? Servidor lo intenta pero sin éxito.
13 DE FEBRERO DE 2008, 17:19shalom
Dije Humildes palabras Pau, no húmedas jajajaja pero bueno me ha encantado lo de la esponja,;).
13 DE FEBRERO DE 2008, 18:50Un beso húmedo... de esponja claro.
Comparto contigo la fascinaci�n por intentar comprender las contradicciones que se dan en los seres humanos entre lo que dicen y lo que hacen, lo que expresan y lo que desean. A veces se me antoja incre�ble el inmenso esfuerzo y trabajo que invertimos en ese sentimiento que llamamos amor. Saludos cordiales.
13 DE FEBRERO DE 2008, 19:05Qué pasa Pau.
13 DE FEBRERO DE 2008, 20:19Gracias por tu comentario, es curioso lo que se puede encontrar por aquí sin quererlo. A ver si saco algo de tiempo y le echo un ojo a tu blog, que tiene muy buena pinta.
Un saludo.
Gracias a todos que habéis pasado hoy por esta crónica nietzscheana... a lagunos ya les he dejado mis palabras en sus casas, a los demás lo haré en un rato... Saludo especialmente a Horrach, Beatrize, Isabel Romana y Javier Das, quienes han colaborado por primera vez en este blog con sus comentarios...
13 DE FEBRERO DE 2008, 21:59Horrach, qué quieres que te diga, será algo de olores que se trasmiten pos ósmosis o qué sé yo, pero confieso encontrame a gusto en gineceos y harenes... además eso deberías saberlo tú mejor que yo a la vista de tu excelente ensayo acerca del tema que has escrito en la revista Kiliedro (que recomiendo, a ojos ciegos)... Bienvenido, Horrach, nos leemos...
Beatrize, qué quieres que te diga que no haya escrito en tu blog... cómo me gusta que me leas... (otro día te cuento para ti sola el secreto)... Gracias a Isabel Romana por su blog y por pasar por esta casa de un romano de corazón... (además esa ciudad me pone también por su nombre y por todas las permutaciones posibles con sus cuatro letras)... Javier Das, gracias, además de tu blog, poeta de desiertos y otras cosas que me encantan...
Ainhoa y Cindirella: no sabéis cómo os agradezco vuestra fidelidad de miradas y palabras amables, sensuales, hasta besos... jajajaja... Y para mi Dianna-Silvia, mi bruja-hada madrina, tsunámi de besos y carcajadas (que me las imagino) un besazo y lo que sea, que lo que debe ser, será...
A TODOS: vuelvo de cenar y compongo mi "Vigilia de San Valentín"...
Ciao... Pau
Pau (¿me permite el tuteo, dado que vivimos en la misma roca?), tiene usted razón en sus palabras, pero reconozca que esto de la teoría ctónica luego cuesta un poco llevarlo a la práctica.
14 DE FEBRERO DE 2008, 1:37saludos
"Más allá del bien y del mal", me parece que Lou Andreas Salomé sencillamente entró en la habitación prohibida de Nietzsche, esa en la que él carece de todo control racional y en la que su hipotálamo combinado con su tortuoso historial sexual, se engancharon a la perfección de una mujer-bruja que aprendió muy bien la lección de su tiempo. Pobre Nietzsche, completamente vulnerable intentando reivindicar el recuerdo de su primer mujer, su hermana, a través del cuerpo de otra mujer que como la primera, en verdad estaban más allá de cualquier límite.
14 DE FEBRERO DE 2008, 16:21Qué divertido¡¡¡ Gracias por este post, hacía mucho tiempo que no recordaba este tipo de tópicos. Aquí en Guadalajara está la puesta en escena de una obra basada en textos de este filósofo maravilloso, la obra se llama "El eterno retorno" y el autor del guión es el padre Manzano, un sacerdote jesuita especialista en Nietzsche, la veré y luego te platico. Saludos¡¡¡
Eres profundo y... además escarbas. Claro: así es imposible que no llegues a dejar huella.
15 DE FEBRERO DE 2008, 12:29Analizas.
Vuelcas y nos haces revolcarnos.
Estoy sorprendida.
Me parece como si oteases desde algún punto, ahí arriba, y algunos aquí abajo hiciéramos señas.
Sonrío al leerte y a la vez leo pelín amargo; no sé explicar bien porqué.
Sí sé, sin embargo, que también Nietzche y Lou (sobre todo Lou) tuvierno su espacio en mi blog. Mucho más de "andar por casa", dónde va a parar! pero me gustaría que ...¿leyeras? Quizá sólo para corroborar que compartimos algunos intereses y curiosidades cada uno con nuestros ojos.
¡¡Siempre jugando!!
(cuántomealegrahaberteencontrado,Pau)
La musa libertad
pd:
15 DE FEBRERO DE 2008, 12:30"eso" que está en azul en el comentario anterior es el link a la entrada, por si te "lanzas"...
:)
es extraño, yo lo practicaba... sin saberlo, le dije alguna vez a un amigo que "cada vez puedo mejor convertir el dolor en belleza"... y eso en parte se lo debo al yoga, que seguro no le parecería tan superhombre a nietzsche... se agradece. no me mandes el libro, recomiéndame a un buen biógrafo de loulou. ;)
6 DE ABRIL DE 2008, 15:10Hoy devoré dos tuyos que vinieron apenas para el día-tarde-griz-lluvia... "esperar y esperanza" y este.
22 DE MAYO DE 2008, 23:38Qué difícil no contradecirse como le pasó a Nietzsche, entre lo que creemos y lo que hacemos. A mi me pasa en esto del amor.
Besos Pau, estoy melancólica... y chineada (sopórtame por hoy...)
Increíble!!
17 DE MAYO DE 2009, 19:10¿Podemos conversar sobre Nietzsche?
Un día de estos.
Justo ahora le estoy leyendo. Justo el amor fati y el eterno retorno.
Mmmmmm. Un abrazo.
Alejandra.
excelente simple y sencillamente excelente. espero puedan mandar alguna bibliografia sobre ello
25 DE JULIO DE 2009, 6:32Si le interesa el tema del enamoramiento de Nietzsche por Lou Andreas Salome, lo remito a mi blog:
5 DE SEPTIEMBRE DE 2009, 1:23http://ivanrodrigogarciapalacios.blogspot.com/
Allí encontrará el título:
Nietzsche enamorado.
Excelentísima y encantadora explicación sobre el "amor fati". Enhorabuena por la entrada y por el blog.
10 DE ENERO DE 2012, 19:40Siempre había estado interesada en este tema del ''amor fati''. Muy buena explicación, y excelente la forma en que lo llevaste a cabo. Saludos
27 DE MARZO DE 2013, 23:26Publicar un comentario en la entrada