CHURCHILL 1.938: Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra.
El 5 de octubre de 1938, seis días después de Munich, Chamberlain se presentó ante la Cámara para defender el acuerdo. La casi totalidad del Parlamento lo apoyó, pero Churchill tomó la palabra para exponer las que para él serían las consecuencias del pacto y pronosticó los hechos venideros cual si un oráculo se tratase.
“Lo máximo que ha sido capaz de lograr… [le interrumpe gran parte de la cámara, gritando “es la paz”](…) Lo máximo que ha sido capaz de conseguir para Checoslovaquia y en las cuestiones sobre las cuales todavía no se había llegado a ningún acuerdo ha sido que el dictador alemán, en lugar de agarrar la comida de la mesa, se conformase con hacer que se los sirvieran plato por plato (…) No puede existir nunca la certeza de que habrá una lucha, si una de las partes está decidida a ceder por completo (…) Después de la toma de Austria, en marzo, nos enfrentamos a ese problema en nuestros debates. Me aventuré a pedir al gobierno que fuera un poco más allá de lo que había ido el primer ministro y prometiera que, junto con Francia y otras potencias, garantizaría la seguridad de Checoslovaquia (…) No creo que sea justo acusar a los que deseaban que se siguiera ese camino (…) de haber deseado una guerra inmediata. Entre la sumisión y la guerra inmediata, había una tercera alternativa, que daba una esperanza no sólo de paz, sino también de justicia (…)
Se acabó todo. En silencio, triste, abandonada, destrozada, Checoslovaquia se hunde en la oscuridad (…) Los mineros de los Sudetes, que son todos checos y cuyas familias han vivido en esa región durante siglos, ahora deben huir a una zona en la que casi no quedan minas donde puedan trabajar. Es una tragedia (…) Verán que, en un período que tal vez se calcule por años, pero que tal vez se calcule sólo por meses, Checoslovaquia quedará envuelta por el régimen nazi.
La responsabilidad debe recaer en los que ejercen un control indiscutible sobre nuestros asuntos políticos, que ni evitaron que Alemania se rearmara, ni se rearmaron a su vez a tiempo (…) La hora de la verdad no ha hecho más que comenzar. Esto no es más que el primer sorbo, el primer anticipo de una copa amarga que nos ofrecerán año tras año, a menos que, mediante una recuperación suprema de la salud moral y el vigor marcial, volvamos a levantarnos y a adoptar nuestra posición a favor de la libertad, como en los viejos tiempos”.
El debate sobre el Pacto de Munich lo zanjó Churchill con estas palabras: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.
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