Desde 1.941 el catalán progresó bajo el franquismo y Cataluña tb a costa del resto de España..
En 1.941 se vuelven a editar obras en catalán. En 1943 se publican cuarenta y tres; entre ellas, las Obras completas de Verdaguer. y El somni encetat, de Miquel Dolç. Funciona el lnstitut d'estudis catalans, del que es presidente Puig i Cadafalch. Y en la institución Amics de la poesía se dan clases particulares de lengua catalana. En 1944 estrena Joan Brossa su pieza teatral El cop desert; en 1946, Pío Daví y Maria Vila realizan campañas de teatro vernáculo, estrenando L'hostal de la gloria, de Josep Maria de Sagarra, que desarrolla en los años inmediatos una constante labor dramática. Auspiciada por Tristán La Rosa, aparece en 1945 la revista Leonardo; en 1948, Dau al set, dirigida por Brossa, donde son habituales las firmas de Ponç i Cuixart, Tapies y Tharrats. Editorial Aymá convoca en 1947 el Premio Joanot Martorell, que seguirá impartiéndose sucesivamente. También la revista Antología patrocina un concurso mensual de cuentos en catalán. Escriben poesía en su lengua Salvador Espriu, Pérez Amat, Pedroto, J. V. Foix, Maurici Serrahima, con dificultades, pero cumpliendo una espléndida tarea, pese a ellas. En 1948, los libros publicados en vernáculo son ya sesenta.
La senyera de Cataluña y la bandera de Barcelona ondean libremente en los edificios públicos a partir de 1940. Se bailan otra vez sardanas en las Fiestas Mayores y no se limita la tradición dominical de hacerlo frente a la catedral. Un libro sobre Joan Miró, de J. E. Cirlot (Editorial Cobalto) gana uno de los premios del INLE a las mejores ediciones, en 1949. La Orquesta Municipal se ha presentado, con inenarrable éxito, en 1944, en el Palau de la Música, bajo la dirección del maestro Toldrá. Vuelve a actuar, en triunfo, el Orfeó Catala. Tiene una gran acogida el Teatre selecte de Frederic Soler (Serafí Pitarra). En los años 60 se doblan al catalán varias películas (Verd madur, La filla del mar, etc.); no tienen éxito. (Es interesante destacar que, durante la Segunda República, no se realizó ni una sola película larga en catalán. En Valencia, en cambio, Luis Martí produjo y dirigió El faba Ramonet, en 1933). Tampoco lo tendrá el semanario Tele/estel, lanzado en esta década. Ni la posterior reaparición de En Patufet. (Ni lo tiene actualmente el diario Avui. Es un hecho verdaderamente significativo.) .
A partir de 1945, pues, se hace patente la liberalización en materia cultural. De tal manera que, superada la primera y lamentable etapa de persecución indiscriminada, no hay obstáculos serios para aquellas manifestaciones catalanistas no politizadas; o, para concretar mejor, no tendentes a fomentar de nuevo los afanes separatistas y antiespañoles. Por eso ha podido escribir Guillermo Díaz-Plaja celebrando la restauración de la Generalitat (tras resaltar su emoción al volver a oír gritar al presidente Tarradellas un visca Espanya! en catalán, lo que le hace recordar un articulo memorable de Maragall) que lo que Cataluña ha recuperado, en verdad, nunca se había perdido.
Claro que no es ésta la versión que ahora suele ofrecerse. Otro libro plenamente tendencioso, Els anys del franquisme llega a presentar a El Facerías y a Quico Sabater, tristemente famosos en su época por su dilatado historial de delincuentes comunes, como héroes de la lucha antifranquista. Se quiere asimismo desvirtuar la creciente pujanza de la cultura catalana, que alcanza singular auge a finales de los años 50, para consolidarse irresistiblemente en la siguiente década. La revista Serra d'Or (1959); Ediciones 62, fundada ese año y dedicada tan sólo a publicar libros en vernáculo; el Omnium Cultural (1961), que tiene por misión fomentar la cultura y la lengua catalanas; la Escala d'art drama tic Adrià Gual; la Agrupació dramática de Barcelona, son muestras irrebatibles de ello. Y los nombres (pese a todos los obstáculos) de Carles Riba, Vicens Vives, Santiago Sobraqués, Gabriel Ferraté, Xavier Benguerel, Ferran Soldevila, Maria Aurèlia Capmany, Joan Reglá, Pere Quart, Jordi Sarsanedas (que gana en 1953 el premio Victor Catala, con su libro de narraciones Mites), Folch y Camarasa, Josep Pla (premio Joanot Martorell, en 1951, con El carrer estret). A mediados de los 60 nace la nova cançó, en las voces. de Joan Manuel Serrat, Lluís Llach, La Trinca: esta llena de Implicaciones políticas. En 1966 ha aparecido la Historia de la premsa catalana. Comienza a publicarse en 1970 la espléndida Enciclopedia catalana. Los libros en vernáculo ya se editan entonces por centenares.
Si descendemos a la esfera deportiva, bueno será recordar que la Selección de Barcelona, como tal, jugó varios encuentros internacionales de fútbol en los años 40, en el viejo campo de Las Corts (bien es verdad que su capitán era el medio azulgrana Franco). Y que la más esplendorosa época deportiva del Barcelona C. de F. se sitúa en los años 50, con el famoso equipo de las cinco copas. Por lo visto, entonces no existía la animadversión de los órganos deportivos centralistas al club azulgrana, de la que, paradójicamente, tanto se queja ahora, en plena democracia, don José Luis Núñez.
Parece innecesario exaltar el tremendo desarrollo económico de Cataluña bajo el franquismo, que le llevó a situarse en cabeza de todas las regiones españolas en renta per cápita. Tras una primera fase, que propició las fortunas individuales (los estraperlistas de Rigat), llegó la prosperidad colectiva. A la vista están las realizaciones materiales logradas, los puestos de trabajo creados, la desbordante industrialización conseguida, la masiva inmigración que se produjo. Quizá por ello, Josep Maria de Sagarra escribía, en ocasión del XXXV Congreso Eucarístico Internacional de 1952 (que otra vez más en su historia colocó a Barcelona a los más altos niveles europeos): el primer milagro ha sido la transformación material y moral de Barcelona.
EN LA FOTO: El presidente Agustín Montal, de riguroso chaquet, entrega a Franco la medalla oro del Barça....
http://www.elcorreogallego.es/indexSuplementos.php?idMenu=15&idNoticia=534626
1 comentario
José Martinez Reverte -
R. Influyeron varios factores. En primer lugar, las fuerzas militares republicanas estaban muy desgastadas y desmoralizadas después de dos años y medio de lucha y de la derrota en la batalla del Ebro. Otra causa fue la desafección, la retirada del apoyo a la República de un sector del nacionalismo catalán que, a partir de 1938, comenzó a buscar una paz por separado con los vencedores. Esquerra Republicana daba la guerra por perdida y, junto con el PNV, negoció por su cuenta. En definitiva, se puede afirmar que el bando republicano en Cataluña no fue una piña como ocurrió durante la defensa de Madrid.
P. En su libro aparece con nitidez que los catalanes seguidores de Franco, falangistas y otros grupos, fueron quienes dirigieron la represión en ciudades y pueblos conquistados.
R. Sin duda alguna fueron los franquistas catalanes quienes iniciaron la represión en Cataluña en el invierno de 1939. En una palabra, los que diseñan la represión en Cataluña son catalanes, un hecho que se olvida con frecuencia, no siempre pero sí con frecuencia. Por otra parte, los dos ideólogos más relevantes del nacionalcatolicismo fueron dos prelados catalanes, Isidro Gomá y Enrique Pla y Deniel. Ellos fueron los que bautizaron como cruzada la sublevación militar