En pocas horas empieza la campaña electoral para la comunidad andaluza y por vez primera desde hace treinta y pico años parece que puede cambiar el signo político del compadreo, y la corrupción institucional del PSOE. Las noticias que aparecen cada día nos están dando la certeza del porque una región con mas riqueza que otras de este país no haya conseguido salir del paro, la pobreza y la incultura. Lo que se ve ahora es que ha gobernado una clase política que solo se ha cuidado de enriquecerse y premiar a todos aquellos que los aplauden y reverencian y que ha funcionado todo este tiempo como si fuera un clon de la Camorra.
Ahí va a estar Alfredo Pérez Rubalcaba del bracete de quien le traicionó en las primarias, José Antonio Griñán que a diferencia del “Invictus” Tomás Gómez, su vencedor en Madrid, pretende ir hacia la victoria a través del escandalo reiterado. En descargo del secretario general del Partido socialista he de decir que, aunque él se lo ha buscado, está en el peor momento y en el peor lugar que jamás pudo imaginar. Su empeño en ser el número uno cuando todas las papeletas que jugaba indicaban que iba a ser un perdedor le ha llevado a gestionar con prisas y sin un discurso nuevo la más complicada situación del PSOE.
Como si se tratase de una crónica de un descalabro anunciado se están cumpliendo las previsiones más negativas para el partido que ha gobernado durante más años en España, porque no solo no levanta cabeza en los sondeos sino que tampoco consigue que su Secretario General consolide su liderazgo y autoridad en el PSOE.
Las encuestas le dan al PP dos puntos más de estimación de voto que cuando se celebraron las elecciones generales el pasado 20 de noviembre mientras que el PSOE desciende en sus expectativas en esa misma proporción. Si el próximo día 25 de marzo los socialistas perdieran las elecciones andaluzas, como sugieren las encuestas, de ese resultado no podrá escaparse Pérez Rubalcaba porque él es ahora el responsable del discurso y la estrategia de un partido que cada día se aleja más del centro y por lo tanto se distancia de la mayoría a la que aspira.
El problema de Rubalcaba es que cada día son más antiguos sus discursos, más tópicos sus mensajes y más simples sus propuestas. Empeñado en no corregir los errores que cometió durante las dos legislaturas bajo la batuta de Zapatero, en las que él participó activamente y les llevaron a perder el gobierno, no hace nada por aparecer como alternativa y se confunde con los grupos más marginales. Cuando su discurso es el mismo que están tomando las calles para no perder sus privilegios poco podrá hacer por regresar a la senda de la racionalidad que es por donde transitan las organizaciones que quieren ser partidos de gobierno.
Cuando uno elige como compañía a grupos que no te aportan nada corre el riesgo de confundirse con ellos ante la opinión publica, que es la que al final te da o te quita los votos y en este caso se junta el hambre con las ganas de comer.
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