El esperpento Rubalcabiano: El "via crucis" del juez Serrano
El "via crucis" del juez Serrano
Francisco Serrano titular del juzgado de Familia número 7 de Sevilla acaba de levantarse del banquillo, acusado de un presunto delito de prevaricación, por modificar los términos de una custodia compartida dejando a un niño con su padre un día y medio más de lo acordado para que pudiera salir de paje en la procesión del Silencio, en la Madrugá sevillana. Por este “delito” el abogado de la madre, que fue expulsado durante la exposición del informe de la defensa, pedia 20 años de inhabilitación y 14.400 euros de multa y el pago de una indemnización de 60.000 euros a la madre, 100.000 al menor y 12.000 euros al otro hijo menor.
Durante el juicio, Serrano ha defendido que actuó por razones de "urgencia y necesidad", después de que el niño le transmitiera su deseo de salir en la procesión y añadiera que su madre probablemente no lo dejaría ir. Según afirmó, "la trascendencia y la importancia" de su resolución era nimia ante el interés del pequeño de ver cumplida su voluntad, por lo que decidió cambiar el turno de custodia.
Al final el fiscal acabó pidiendo la libre absolución del juez que se ha convertido contra su voluntad en el referente de quienes ya desde hace unos cuantos años están advirtiendo de lo perversa que es la Ley Integral de Violencia de Género defendida con uñas y dientes por los colectivos feministas radicales que está llevando a centenares de hombres inocentes acusados falsamente por sus parejas a la cárcel.
Con más de 2.000 sentencias a sus espaldas y 20 años de servicio, Francisco Serrano lleva sobre sí la marca de enfrentarse al discurso políticamente correcto. Está “estigmatizado de por vida”, asegura su bogado, Miguel García Diéguez. El pecado del juez Serrano fue oponerse a la Ley de Violencia de Género por considerarla dirigida contra el hombre; hablar de las denuncias falsas que se presentan para influir sobre la custodia de los niños; rechazar una legislación que él incluye en el “derecho penal de autor”, recordar los suicidios de hombres acusados injustamente… Y poner sobre la mesa el “negocio de la violencia de género” que se apoya en el dinero público que se destina en función no ya de las sentencias sino de las denuncias que se ponen en los juzgados. “El único género que me interesa es el género humano”, dice el juez.
Cuando Inmaculada Montalbán, vocal del Consejo General del Poder Judicial y presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, le asestó el primer golpe a Francisco Serrano por oponerse a la Ley de Violencia de Género, poniéndolo a merced de algunos colectivos, tal vez no sabía que este juez tenía ante sí una larga historia jalonada con distinciones de colectivos feministas, entre ellos el de las mujeres violadas.
El juez Serrano que ha salido victorioso de esta batalla, teme que cuando los efectos de una ley que puede ser injusta empiecen a computarse, ya sea demasiado tarde para impedir males mayores de los que se quieren evitar.
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