España, un país en ruinas e intervenido..
MADRID- Los tiempos de la ortodoxia han pasado. La sorprendente decisión del Banco Central Europeo (BCE) de entrar de lleno en la compra de bonos españoles para frenar la disparada prima de riesgo de ambos países y capear la tormenta financiera de este verano tiene dos caras ocultas que apenas han salido a la luz.
Una de ellas es el riesgo latente de que aumente la inflación, pese a la ralentización que sufre la actividad económica, como consecuencia de la liquidez extra que se está inyectando estos días en los mercados por parte del organismo que preside Jean-Claude Trichet. La otra es que España depende ya del soporte vital del BCE para captar financiación internacional y poder afrontar algunos de sus pagos ordinarios más elementales.
Si antes de que el «Eurobanco» entrara en escena nuestro país llegó a pagar un 6,2 por ciento por los títulos a diez años, ayer, el rendimiento de la deuda bajaba del 5% por primera vez desde noviembre pasado.
¿Qué pasaría si el BCE cerrara de nuevo el grifo para Madrid y dejara de adquirir sus bonos en los mercados secundarios? ¿Han quedado indirectamente el gobierno en manos de la máxima autoridad bancaria europea? ¿Es ésta una forma de rescate encubierto, diferente del acometido por la UE y el FMI con Grecia, Irlanda y Portugal, pero con efectos similares? Los expertos consultados creen que sí.
Todos apuntan que esta vía de «intervención» escogida, cuyo alto riesgo es el encarecimiento de los precios, responde a la imposibilidad material de la UE de proceder en el caso de España a un rescate idéntico al que ha efectuado con los tres países antes citados y conocidos como los «Pigs». Las estadísticas son ilustrativas al respecto: la deuda pública de España ronda los 693.000 millones. Como contrapartida, la de Grecia alcanza los 345.000 millones de euros; la de Portugal, los 177.000 millones, y la de Irlanda, los 156.000 millones.
El peso en el PIB europeo también varía. Mientras España alcanza un porcentaje del 8,7 por ciento, el de los países rescatados es muy inferior: el de Grecia, por ejemplo, apenas llega al 2,2 por ciento.
José Ramón Pin Arboledas, profesor del IESE, es contundente al respecto de lo ocurrido durante las dos últimas semanas: «La compra de bonos por parte del BCE constituye una intervención en toda regla» de España y ha tenido dos consecuencias: por un lado, el desplome de las bolsas. Por otro, la pérdida casi ya completa de soberanía en los dos estados. «Esto no ha ocurrido por una conspiración internacional, sino por nuestra mala cabeza», remarca.
Como se recordará, el BCE exigió públicamente profundas reformas a Madrid como contrapartida a su inyección. Se reveló incluso el jueves la existencia de una carta «secreta» de Trichet, «recomendando» al país anticipar las medidas de austeridad .Pero el gobierno español no hace nada.
Un silencio elocuente
En España, la vicepresidenta económica hizo gala de un más que elocuente silencio el jueves. Al ser preguntada acerca de si España había recibido del BCE una carta similar a la de Italia, Elena Salgado se despachó con la siguiente frase: «Nosotros no comentamos nuestra relación con el BCE. Sí que es verdad que Trichet ha dicho públicamente que los países de la zona euro con dificultades en el ámbito fiscal deben tender a la reducción y a la consolidación fiscal. Nosotros lo hemos hecho y lo estamos haciendo». El próximo viernes, el Gobierno celebrará un Consejo de Ministros Extraordinario para aprobar un paquete de medidas, que se completará con otro «ajuste» justo una semana después, el día 26.
Javier Flores, director de Inversiones de Dracon Partners, estima por su parte que la compra de deuda que está ejecutando el BCE constituye «una pérdida de soberanía no explícita» y una especie de «doble chantaje». Según explica, la situación ha forzado por un lado al Eurobanco a romper sus reglas clásicas de funcionamiento y a adoptar una medida inflacionista, como es la adquisición de bonos. Por el otro, la entidad obliga a su vez a los estados beneficiados por la medida a atajar el déficit y a poner en marcha importantes medidas de ajuste no precisamente sociales.
Una decisión alejada de las reglas del banco
Entre las atribuciones del BCE no figura la intervención en el mercado de deuda. Su misión es la de garantizar la estabilidad de los precios en la eurozona. Sin embargo, desde finales del pasado año, el Eurobanco ha puesto en marcha un mecanismo de compra de bonos de las economías más débiles de la UE que comenzó con Grecia, Irlanda y Portugal y que esta semana se ha extendido a España . Jean Claude Trichet, presidente de la entidad, ha defendido la medida asegurando que si no hubieran intervenido, «estaríamos ya en la peor crisis desde la Primera Guerra Mundial». Sin embargo, en países como Alemania la medida ha sido muy criticada. Entre los efectos perniciosos que algunos analistas citan está el de que el BCE acabe convirtiéndose en una especie de «banco malo» al que vaya a parar toda la deuda de países sospechosos de no poder pagarla, lo que le dejaría en una situación financiera muy expuesta. Además, algunos entienden que se lanza el mensaje de que no importa hacer las cosas mal porque, en última instancia, ahí está el BCE para arreglar las cosas
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