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MATEO MATHAUS: THE WORLD NOW

QATARLUNIA: NAZIONALISTAS ¿TRAIDORES O SUICIDAS?...O AMBAS COSAS..

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Admito haber renunciado a la imposible tarea de entender a los nacionalistas catalanes de a pie.

El agua enlodada les llega al cuello, tienen el índice mayor de delincuencia en las calles, tienen a los imanes que no son capaces de entender la diferencia entre una mujer y una bestia azotable, tienen que la autoridad moral de cualquiera de estos imanes sobre sus fieles es infinitamente superior a la que podría tener nunca cualquier representante del Estado laico español, tienen que los musulmanes se reproducen a miles y, dado que se reproducen a miles, pronto dominarán la sociedad y suprimirán las libertades, el estatuto de autonomía, las consultas soberanistas, el cava, la estelada y todo lo que para ellos tenga un valor emocional. Troya arde en llamas mientras Cataluña se convierte cada vez más en una provincia del Islam, una colonia del Islam y estos gilipollas, en su frenética búsqueda de votos soberanistas, deciden que Cataluña esté más cerca de Alá que de acá. Me recuerdan a la orquesta del Titanic en medio de la zozobra.
Pronto no habrán barretinas suficientes para camuflar tantas cabezas de avestruces. La cobardía de los nacionalistas catalanes está siendo legendaria. Desprecian al resto de los españoles y acuerdan con Marruecos la enseñanza del árabe y del islam en las escuelas. Dicen que para ganar el futuro. ¿Y qué futuro piensan darle a Cataluña los nacionalistas si carecen de valor hasta para tener hijos?

El reproche podría hacerlo extensivo a los’ intelectuales’ catalanes, instrumentos de una gran trama para la aniquilación de la Cataluña del Mossèn Salvador Nonell, del timbaler del Bruc y del pan tumaca. No son predicciones de agorero sino basadas en la cruda estadística. Por cada niño catalán autóctono que nace lo hacen cinco pertenecientes a familias de otras culturas. Los parvularios públicos catalanes rebosan de niños de obediencia mahometana. En vez de aliarse con el resto de España para defender lo mucho que nos une frente a los yihadistas que allí crecen como hongos, los nacionalistas siguen rebuscando hechos diferenciales y removiendo agravios de ínfima importancia en comparación con el problema que van a tener a la vuelta de cuatro o cinco esquinas generacionales. Lo que ocurre en Cataluña pasó ya antes en otras zonas de Europa, según nos recordó no hace mucho una de las voces más autorizadas de la intelectualidad europea.

El defensor de los animales suizo Erwin Kessler no soportaba el sacrificio musulmán de animales al estilo halal y por haberlo criticado se tragó dos meses de cárcel sin derecho a libertad condicional. Gaston Armand Amadruz, que publicó un pequeño mensual revisionista (revisar la Historia es decir contarla de forma diferente de la versión oficial está hoy prohibido, viva la libertad) fue condenado por el Tribunal de Lausana a un año de cárcel. Otra sanción fue la del historiador francés Robert Faurisson. También él, y a pesar de su avanzada edad, sin derecho a libertad condicional. En el Reino Unido se encarcela a una mujer blanca por protestar contra la inmigración y se deja sin castigo a un grupo de negras que apalearon a una británica, utilizándose la ebriedad de las agresoras como feliz atenuante.

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Para viajar a un país exótico no hace falta ya trasladarse a Marruecos o Egipto. Le basta a cualquiera con ir a Cataluña. Como es obvio, todo esto también ocurre por culpa de los filoislámicos partidos nacionalistas catalanes y de unas instituciones autonómicas de las que los imbéciles y los hipócritas hablan siempre como si fuesen una cosa seria. La indignación que consume a muchos catalanes bien nacidos encuentra nuevos casos en la crónica diaria. Están siendo gobernados por una casta de colaboracionistas, es decir traidores, que buscan con descaro la aniquilación de nuestra cultura, nuestra civilización y nuestra raza. Los nacionalistas catalanes forman parte de esa casta.

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¿Por qué los catalanes no se preguntan qué independencia puede construirse sobre los cimientos de una población que antes de 50 años será mayoritariamene islámica? ¿En qué mundo viven muchos catalanes decentes para dejarse arrastrar por esos majaderos que ya sin ningún recato dicen preferir ser moros antes que españoles? ¿Qué clase de nacionalismo es éste que trabaja incansable para la reversión cultural y demográfica de Cataluña; que veta sólo a los que se sienten españoles, los castiga y transforma en delito sus opiniones? ¿Qué tipo de nacionalismo es ése que favorece la teocracia?

Enlace permanente de imagen incrustadaEl Molt Honorable Jordi Pujol, milicias universitarias, la “mili” de los niños bien de Franco.

Tiene tarea que nos hablen de memoria histórica quienes han revisado la propia de España para hacer más aplicable sus cuentos, felonías, robos y mentiras. Se soterra de los libros de texto el ejemplo de nuestros héroes y se pondera a los enemigos con relatos de mermelada. Se ignora a los héroes hispanos y al mismo tiempo se ensalza la conquista musulmana: las crucifixiones de Córdoba, los ahorcamientos de Granada, las decapitaciones de Toledo y de Barcelona, de Sevilla y de Zamora. Las de Sevilla, decretadas por Mutamid, el rey que adornaba los jardines de su palacio con cabezas cortadas. Crucificados o decapitados o ahorcados. Y a veces empalados. Se oculta que esa historia corremos el riesgo de volver a vivirla gracias a estas instituciones puestas al servicio de nuestra aniquilación como parte de un ideal que trasciende al de todas las logias. 

Sigamos con la historia:

De España en el 721 pasaron a la no menos católica Francia. Tomaron Narbona. Ahí masacraron a toda la población masculina. En 731 una oleada de trescientos ochenta mil soldados de infantería y dieciséis mil de caballería llegó a Burdeos que se rindió de inmediato. De Burdeos pasó a Poitiers y si en 732 Carlos Martel no hubiese ganado la batalla de Poitiers-Tours, hoy en día los franceses también bailarían flamenco. En 827 desembarcaron en Sicilia. La islamizaron hasta que fueron expulsados por los Normandos. Llegaron hasta Roma. Para prevenir otros ataques, León IV levantó las murallas leoninas.
Abandonada Roma ocuparon Campania, ciudad en la que sacrificaban todas las noches la virginidad de una monja. ¿A que no sabes dónde? En el altar de la catedral.
Ocuparon Turín y Casale, incendiaron iglesias y bibliotecas, mataron a miles de cristianos, después pasaron a Suiza y… Hoy está de moda darse golpes de pecho a cuento de las Cruzadas, echar pestes de Occidente a cuento de las Cruzadas, considerar las Cruzadas una injusticia cometida contra los pobres musulmanes inocentes.
Las Cruzadas fueron la respuesta a cuatro siglos de invasiones, ocupaciones vejaciones carnicerías. Fueron una contraofensiva para bloquear el expansionismo islámico en Europa, para desviarlo hacia Oriente, hacia Rusia y Siberia, donde los Tártaros convertidos al Islam estaban ya difundiendo el Corán.
Y en 1453 asediaron de nuevo Constantinopla que el 29 de mayo cayó en manos de Mehmet II, una fiera sanguinaria que estranguló a su hermano de tres años. Por cierto ¿conocen el relato que sobre la caída de Constantinopla nos ha legado el escribano Phrantez? Quizá no. Europa llora sólo por los musulmanes, pero jamás por los cristianos o los hebreos o los budistas o los hinduistas.
Irrumpen en la catedral y decapitan hasta a los recién nacidos. Y con sus cabecitas apagan las velas. Mientras, la ciudad ardía. La soldadesca crucificaba y empalaba. Los jenízaros violaban y después degollaban a las monjas (cuatro mil en unas pocas horas). Sí, sí, así fue como Constantinopla se convirtió en Estambul. Lo quieran oír o no los de la ONU.
Tres años después conquistaron Atenas. Después atacaron la república de Venecia. Luego Solimán alcanzó Buda, hoy Budapest, la incendió, y adivinen cuántos húngaros terminaron inmediatamente en el mercado de esclavos que distinguía a Estambul. Cien mil. Adivinen cuántos terminaron el siguiente año en los mercados. Tres millones. Solimán armó otro ejército con otros cuatrocientos cañones y en 1529 pasó de Hungría a Austria. Tras cinco semanas de inútiles asaltos prefirió retirarse. Pero en la retirada masacró a treinta mil campesinos.
La reforma de la armada le permitió convertir el Mediterráneo en el feudo marítimo del Islam, tras haber sofocado una conjura palaciega haciendo estrangular al primero y al segundo de sus hijos y a los seis hijos de éstos; es decir, a sus nietos.
Pero el hecho es que en aquella época los europeos eran más inteligentes de lo que son hoy, y excepto los franceses del rey Sol (que había firmado con el enemigo un tratado de alianza) acudieron todos a defender la ciudad considerada como el baluarte del Cristianismo. Todos. Ingleses, españoles, alemanes, ucranianos, polacos, genoveses, venecianos. El 12 de septiembre consiguieron una extraordinaria victoria que obligó a Kara Mustafa a huir abandonando camellos, elefantes, mujeres, concubinas degolladas.


Hoy Europa se enfrenta al mismo enemigo pero sin capacidad de respuesta visible. Las instituciones políticas y económicas velan para que todos se atengan al papel de cobayas. Ya que nunca podrían vencernos por el valor de sus soldados ni por su superioridad en algún campo de la creación humana, lo están consiguiendo en los paritorios. Nadie se atreve a denunciar que el invierno demográfico promovido por las feministas y la izquierda está sojuzgando a Europa. El tema de la fertilidad islámica es un tabú que nadie se atreve a desafiar. Si lo intentas, vas derecho ante un tribunal acusado de racismo y xenofobia. En Cataluña sólo unos pocos hablan de ese asunto.
Ninguna ley liberticida podrá nunca desmentir que precisamente gracias a esa extraordinaria fertilidad, en los años 70 y 80 los chiítas lograron imponerse en Beirut y destronar a la mayoría cristiano-maronita. Basta recordar aquello que Bumedián (que destituyó a Ben Bella con un golpe de Estado tres años después de la independencia de Argelia) dijo en 1974 ante la Asamblea de las Naciones Unidas: “Un día millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria”. Pues sí. En la Europa que arde en llamas se ha reproducido la enfermedad que el siglo pasado convirtió en fascistas incluso a los italianos no fascistas, en nazis incluso a los alemanes no nazis y en bolcheviques a los rusos no bolcheviques. Y que ahora convierte en traidores incluso a los que no querrían serlo: el miedo.

Vascongadas es otro caso paradigmático de la rendición europea gracias a esas fórmulas políticas por la que tantos crimenes cometieron todos esos canallas sabinistas. Cien años jodiéndonos con el cuento de la raza vasca y de una pasada aceptan sin rechistar que en Bilbao nazcan ya más mohamed que goicocheas. Que los españolicen es pecado. Tanto que hasta los curas trabucaires y carlistones incitaban a los jóvenes a unirse a ETA. Que los islamicen es ahora lo bueno, progre y moderno.
Tampoco esos partiditos de falsos santurrones católicos parecen querer enterarse. Van de la mano de esos obispos postconciliares que son tan traidores como los políticos. En Melilla lleva gastado Caritas millones de euros en alimentar, vestir y socorrer sanitariamente a miles de musulmanes y la Iglesia no ha logrado una sóla conversión en 40 años. Confieso con toda humildad que no acabo de entender a la Iglesia de Roma. Salvo para inducir a su grey los prelados no parecen tener frío ni calor, no parece que nunca les duela nada. Ni siquiera ahora que las iglesias de media Europa se están quedando vacías y transformando en mezquitas. Hay zonas del mundo cristiano que están al borde de la muerte porque les falta el reflejo del dolor, el reflejo de “¿qué pasa”? En medio de tantas desgracias como se han amontonado en pocos años, el Vaticano continúa su tarea con manifiesta impasibilidad. Si vinieran los marcianos, también seguirían haciendo lo mismo.

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Europa está al borde de la muerte porque ha sido disuadida con amenazas y con mucha ideología relativista a que se acepte sin rechistar lo que unos pocos nos proponen en nombre de la igualdad, el progresismo, el mundialismo, el antirracismo, el homosexualismo, el feminismo, el laicismo, el liberalismo de uno y de otro signo ideológico… Hay muy pocas voces que nos hablen de que lo que está en juego es un enfrentamiento entre dos contrarios, entre dos eras, que no admite compasión cristiana porque la compasión cristiana es una debilidad que favorece a los que quieren destruirnos. Se trata de un choque entre dos mentalidades. Es un enfrentamiento entre la civilización y el atraso, entre lo civilizado y lo primitivo, entre la barbarie y la racionalidad, entre Descartes y el imán de Lérida. Se trata de un choque entre aquellos que tratan a las mujeres como bestias, y aquellos que las tratan como seres humanos. Lo que vemos hoy no es un choque de civilizaciones. Las civilizaciones no chocan, sino compiten. Lo que vemos hoy es la lucha de unos pocos por la supervivencia de muchos.
Los musulmanes fueron los primeros que comenzaron a usar esta expresión. Los musulmanes son los que comenzaron el choque de civilizaciones. El profeta del islam dijo: “Se me ordenó la lucha del pueblo hasta que crean en Alá y Su Mensajero”. Cuando los musulmanes dividieron a la gente entre musulmanes y no musulmanes, y llamaron a combatir a los otros hasta creer en lo que ellos creen, comenzaron este enfrentamiento y comenzaron esta guerra.
Si las intenciones de la casta europea no fueran tan oblicuas deberían exigir a los musulmanes que, si quieren vivir en nuestra tierra junto a nosotros, deben empezar por reexaminar sus libros islámicos y programas de estudio, que están llenos de llamadas de takfir (apostasía) para luchar a muerte contra los infieles. Eso vale especialmente para Cataluña, donde el nacionalismo ha sido el instrumento del que se han servido los arquitectos del nuevo orden para diseñar una Europa que algunos, tozudamente y a contrapelo de la corrección política, nos negamos a aceptar.

ARMANDO FLORES

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