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MATEO MATHAUS: THE WORLD NOW

Cuando los españoles quisieron, pudieron, aún en inferioridad de condiciones...

Cartagena de Indias. 13 de marzo-20 de mayo de 1741

         A esta plaza puso rumbo Vernon con su escuadra, fondeando en la ensenada de Playa Grande, entre Cartagena y Punta Canoa. Las defensas españolas estaban constituidas por la Armada, que contaba con seis navíos, el Galicia, insignia de don Blas de Lezo, Conquistador, San Felipe, África, Dragón y San Carlos. No pudiendo enfrentarse a tan poderosa escuadra enemiga los utilizó para evitar el paso de la escuadra enemiga en las dos entradas a la bahía. Para evitar el ataque de brulotes se colocaron cadenas delante de los navíos. En la entrada de Boca Chica fondearon cuatro de los navíos; apoyado por los fuegos del castillo de San Luis en Tierra Bomba se colocó el Galicia, seguidos y en este orden por el San Felipe, el África y el San Carlos, el más cercano al castillo de San José en el extremo norte de la isla de Barú. La entrada de Boca Grande no era posible para los navíos británicos, pero sí para las pequeñas embarcaciones, acoderándose cerca de tierra los navíos Dragón y Conquistador. Como los navíos estaban fondeados y sólo podían hacer fuego por una de las bandas, parte de la artillería fue desembarcada para formar baterías y algunas dotaciones formaron unidades de infantería.

Plano esquemático del ataque a Cartagena de Indias

  • Plano esquemático con la representación de los principales ataques a los diferentes fuertes y baterías de Cartagena de Indias. Ilustración de Todo a Babor basada en un mapa de Goyix (http://www.elguaridadegoyix.com).

         Respecto al Ejército, se contaba en esta plaza con unos 2.700 hombres encuadrados en 12 compañías del regimiento Aragón, 12 del regimiento España, 12 de los regimientos de Toledo, Lisboa y Navarra, 9 compañías del regimiento Fijo de Cartagena de Indias, 5 compañías de milicias y 600 indios.  Frente a estas tropas, 24.000 británicos se lanzaron al ataque. Muy pocos las discuten estas cifras hoy en día, aunque algunos autores han señalado que los británicos atacaron sin tener en cuenta su propia inferioridad (34), afirmación que puede clasificarse como mínimo de absurda.

         La defensa fija contaba con el castillo de San Luis de Boca Chica, con 83 morteros y pedreros y 200 hombres al mando del coronel de ingenieros don Carlos Desnaux. Situados en Tierra Bomba se encuentran los castillos de de San Felipe, con siete cañones y Santiago, con quince cañones y 80 hombres, además de los cuatro cañones la batería de Chamba situada al norte de esta isla. En la isla de Barú se sitúa el castillo de San José con 21 cañones. En Punta Abanicos hay una batería con 14 cañones. Frente al paso de Boca Grande se encuentra el castillo de Santa Cruz o Castillo Grande, que dispone de 60 cañones. En frente de este último y protegiendo la bahía interior el castillo de Manzanillo, de 12 cañones. Ya en la bahía interior y en la isla de Manga, el castillo de Pastelillo. Sobre el cerro de San Lázaro y al este de la ciudad se encuentra San Felipe de Barajas. La plaza estaba amurallada y con numerosos baluartes, como el arrabal de Getsemaní.

El navío británico había recibido 240 impactos, lamentando la pérdida de veinte muertos y cuarenta heridos, según los británicos.

         La mañana del 13 de marzo, el navío Weymouth, la fragata Experiment y la corbeta Spence, reconocieron Punta Canoa, realizando varios disparos para así conocer los emplazamientos de las defensas en aquella zona, el nordeste de la plaza, fondeando al mediodía a media distancia entre Punta Canoa y la plaza de Cartagena. Al día siguiente, sobre las nueve de la mañana, la corbeta Spence trató de dar caza, sin conseguirlo, a una balandra que traía un despacho del gobernador francés de Leozan. Entrando en el puerto por el canal de Bocachica, informó al virrey Eslava del peligro de ataque de una escuadra británica. A las tres de la tarde la fragata británica se alejó por Punta Canoa para informar a Vernon del resultado de los reconocimientos que se habían efectuado.

         A las tres de la tarde del 15 de marzo realizó el navío Weymouth cinco disparos e izó una bandera blanca; era la señal. El grueso de la escuadra dobló Punta Canoa y fondeó entre este punto y la Boquilla. Al día siguiente simularon un desembarco en este punto varios buques británicos que se habían acercado a tierra. El avance por esta zona  de la Boquilla, a dos leguas y media de la plaza, era muy costoso al tener que vadear canales fortificados. Al ver la aproximación de los buques, son enviadas tres compañías de granaderos al mando del capitán don Pedro Casellas para reforzar el destacamento de infantería y cuarenta soldados de caballería. El capitán Casellas informó después al virrey Eslava de los movimientos de las lanchas y botes enemigos, los cuales regresaron a sus buques, entendiendo este capitán que era una diversión o quizás comprendieron la dificultad de practicar el desembarco en esta zona.

         Si Vernon hubiera conseguido realizar con éxito este desembarco habría atacado la plaza por el norte, detrás del cerro de la Popa, evitando así tener que entrar con su escuadra en la bahía forzando el canal de Bocachica. Por tanto, Vernon estaba convencido de este primer planteamiento desde su salida de Jamaica. Al no poder realizarlo, tuvo que cambiar los planes sobre el terreno (35). Este primer contratiempo sería perjudicial para sus aspiraciones, ya que forzar la entrada de la bahía llevaría más tiempo del previsto.

         Al amanecer del día 17 cuatro de los navíos británicos y dos paquebotes se separaron de la escuadra y fondearon entre los dos canales de entrada. Al acercarse a los fuertes de la entrada son recibidos a cañonazos, teniendo que retirarse para salir de tiro. Doscientos infantes de marina se unen a los doscientos defensores del castillo de San Luis de Bocachica, llevando además víveres y municiones. Su comandante, el coronel don Carlos Desnaux mandó el día 18 un destacamento a la batería de Chamba, en Tierra Bomba, pues la proximidad de los navíos a la costa hacía prever un inminente desembarco, el cual no se realizó en esa fecha.

         El 19 de marzo se unen otros cuatro navíos británicos a los destacados del día 17 frente a las baterías de Chamba. El 20 de marzo comienza el ataque general contra las defensas de Bocachica. Cinco navíos se situaron frente a la batería de Chambacú, entreteniéndose en realizar un fuerte cañoneo de una batería inexistente, puesto que había sido abandonada dos días antes, retirando los cañones. La división del contralmirante Chaloner Ogle, con insignia en el Jersey, bombardeó con los navíos Norfolk, Shrewsbury y Russell los fuertes de San Felipe y Santiago, armados con 15 cañones y 80 hombres al mando del teniente de navío don Lorenzo de Alderete, dependientes del castillo de San Luis. Durante cuatro horas resistieron el bombardeo, tras las cuales, desmontados todos los cañones, se retiró Alderete con sus hombres al castillo de San Luis. Una vez desmontados estos fuertes, los navíos británicos realizaron varias pasadas frente al de San Luis, destruyendo dos de sus cañones.

         Una vez tomados los castillos de Santiago y San Felipe, la escuadra británica buscó el mejor lugar para efectuar un desembarco en la isla de Tierra Bomba. Quinientos granaderos al mando del teniente coronel Cochrane realizaron el primer desembarco, al que siguieron las tropas del coronel Wolf y los generales Wenworth y Guise. La condiciones del mar empeoraron y el desembarco tuvo que ser suspendido hasta el día siguiente, 21 de marzo, donde siguieron desembarcaron tropas, artillería, municiones y pertrechos durante otros cinco días.

         En los primeros ataques del día 20 contra el castillo de San Luis los buques británicos tuvieron las primeras bajas de importancia. Una bala cortó el cable del navío Shrewsbury, quedando a merced de los cañones del castillo y los cuatro navíos españoles durante siete horas hasta que cesó el fuego al caer la noche y pudo ser remolcado. El navío británico había recibido 240 impactos, lamentando la pérdida de veinte muertos y cuarenta heridos, según los británicos. Esa misma noche, dos bombardas continuaron el cañoneo del castillo de San Luis.

Plano con la ubicación de las baterías en Tierra Bomba

  • Plano con la ubicación de las baterías en Tierra Bomba.
    Tierra Bomba: P: Castillo de San Luis; Q: Batería de San Felipe; R: Batería de Santiago; V: Batería de Chamba; S y T: otras baterías.
    Isla Barú: O: Castillo de San José; Y: Batería de Punta Abanicos; X: Batería.

         Las tropas desembarcadas en Tierra Bomba emplazaron una batería de 12 cañones de a 24 libras al pie del destruido castillo de Santiago, otra de 12 morteros y una más al noroeste del castillo de San Luis. Desde la batería de Punta Abanicos, al mando del teniente de artillería don Joaquín de Andrade, los cañones españoles hacían mucho daño a las tropas desembarcadas en Tierra Bomba. Decidido Vernon a destruirla, manda al capitán de navío Thomas Watson desembarcar el 30 de marzo a media milla de la citada batería con 200 soldados y 300 marineros. Una batería española de cuatro cañones, desconocida su existencia por los británicos, causó muchas bajas, unos setenta muertos y heridos, antes de tomarla. El comandante de esta batería, el teniente de navío don José de Loayza, murió en los combates. El teniente Andrade, al verse atacado por uno de sus lados intentó cambiar la dirección de sus cañones, pero sus disparos ya no eran tan precisos como antes y el capitán Watson tomó la batería al asalto.

         Los españoles, viendo las molestias que se tomaban los británicos en destruir la batería de Punta Abanicos, enviaron al lugar nuevos cañones, mientras que Vernon ordena al capitán Jolly que se acerque con su navío Rippon lo más posible para destruirla. La empresa no iba bien para los británicos. Después de más de dos semanas de combates no habían conseguido forzar el paso de Bocachica. Vernon hizo un consejo de guerra para determinar las acciones a realizar para forzar el paso a la bahía.

         El ataque general comenzó a las siete de la mañana del 31 de marzo desde las baterías británicas de Tierra Bomba. El comodoro Lestock, con los navíos Boyne, Princess Amelia, Prince Frederick, Hampton Court, Suffolk y Tilbury iniciaron el ataque por mar el 2 de abril, siendo recibidos por los disparos de los castillos de San Luis y San José y los cuatro navíos españoles. El contralmirante Ogle, con otros cuatro navíos, debía apoyar a los buques de Lestock. El fuego británico es contestado también por la nueva batería de Punta Abanicos, siendo destacado el Princess Amelia para destruir dicha batería. El navío Boyne, que se encontraba más al sur, se sotaventó y sufrió un duro castigo, teniendo que retirarse al llegar la noche. El Prince Frederick y el Hampton Court siguieron disparando durante la noche, pero antes del amanecer estaban tan destrozados que Vernon ordenó su retirada. El Suffolk y el Tilbury estaban fondeados más al norte y sufrieron menos, aunque su efectividad contra el castillo de San Luis fue casi nula. Mientras tanto, Blas de Lezo enviaba al castillo todos los recursos disponibles, mientras sus navíos no dejaban de disparar. Sólo el día 2 de abril el navío Galicia efectuó 760 disparos. El 3 de abril fondearon cerca de Punta Abanicos los navíos Princess Amelia, Litchfield y la fragata Shoreham para apoyar un nuevo desembarco de tropas al mando del capitán de navío Watson, consiguiendo destruir, por segunda vez, la batería española.

Combate en Bocachica

  • Combate en Bocachica. Pintura del Museo Naval de Madrid. Con combates como este los británicos se fueron haciendo a la idea de que no iba a ser fácil conquistar la ciudad.

         La noche del 3 al 4 de abril se encontraban a bordo del navío Galicia el virrey Eslava y Blas de Lezo. Los dos comandantes son heridos, Eslava en una pierna y Lezo en una mano y en el muslo. Esa misma noche se enviaron al castillo de San Luis fuerzas españolas para cubrir la retirada de sus defensores. El general Wenworth propuso el 4 de abril un asalto definitivo al castillo, mientras Vernon, para apoyarle, desembarcó tropas la tarde del 4 de abril en Punta Abanicos. El avance británico fue en tres columnas al mando del general Blakeney. El coronel Desneux trató de rendirse izando la bandera blanca, pero los británicos siguieron disparando y Desnaux no tuvo más remedio que retirarse con sus hombres.

         A partir de este momento, comienza una nueva fase de la campaña, cuando los británicos consiguen entran en la bahía. Ocupado ya el castillo de San Luis, las tropas británicas entran en el de San José, ya evacuado por las tropas españolas. Para evitar el paso de los buques a la bahía, los cuatro navíos españoles son barrenados y quemados. Los planes no salieron bien, pues sólo el navío San Carlos es hundido, mientras el San Felipe y el África ardieron antes de tiempo al transmitirse a ellos un incendio de una embarcación a la que se prendió fuego por descuido con sesenta barriles de pólvora. Varios marinos británicos consiguen abordar en botes al navío insignia Galicia y tomarlo, capturando a sesenta españoles que quedaban a bordo, evitando su hundimiento.

Bandera de Blas de Lezo

  • Bandera de guerra de don Blas de Lezo. Museo Naval de Madrid.

         A las tres de la mañana del 6 de abril llegaron a la ciudad los defensores de Bocachica y los generales Eslava y Lezo, reforzando los castillos que defienden la bahía interior. Los navíos Conquistador y Dragón son trasladados a la entrada de esta bahía interior, entre Castillo Grande y el fuerte de Manzanillo, formando una nueva barrera de defensa, que estuvo lista el 11 de abril. Había otros siete buques mercantes que podrían tapar la entrada al puerto, siendo colocados en posición el 8 de abril.

         Los británicos remolcaron el navío Galicia para dejar paso a los buques británicos. Vernon, a bordo de su navío insignia Princess Carolina, dos fragatas y un paquebote, entraron en la bahía exterior y fondeó cerca de Punta Perico, en Tierra Bomba. Al día siguiente entraron los navíos Burford y Oxford y fondearon cerca del puerto, pero lejos del alcance de los cañones españoles de Castillo Grande. Otro navío, el Worcester, fondeó cerca del navío de Vernon. Por la tarde de ese mismo día entraron los navíos Weymouth y Cruizer para destruir dos baterías de 8 y 4 cañones situadas en Pasacaballos. El Cruizer penetró hasta la ensenada y se apoderó de cuatro grandes barcazas.

         El comodoro Lestock quedó con su escuadra cerca de Bocachica para reembarcar en los transportes a las tropas y artillería que había participado en la ocupación del fuerte de San Luis. A la vela, o remolcados, fueron pasando las embarcaciones británicas, fondeando el 20 de abril cerca del puerto las bombardas y otras embarcaciones menores.

         A las tres de la tarde del 11 de abril, los españoles abandonan el castillo Grande y también el de Manzanillo, después de ser castigado duramente por los británicos. Prefirieron concentrar la defensa en la misma plaza, donde hasta el último hombre era necesario. El hundimiento de los dos últimos navíos españoles tampoco dio resultado al conseguir mover los británicos al medio hundido navío Conquistador y meter en la bahía interior un navío y algunos paquebotes, comenzando así el bombardeo de la fortaleza de San Felipe de Barajas el 12 de abril.

         El 16 de abril desembarcaron en la isla de Manga y en la de Manzanillo, en un lugar llamado Teja de Gracia, a dos millas de distancia del castillo de San Felipe, y también en la Quinta, en la parte más estrecha del istmo de la península de la Popa, pasando a ocupar los tejares de Gabala y Lozano. Al amanecer del 17 ya ocupaban el convento de la Popa. El desembarco en la Quinta los efectuaron 1.400 británicos al mando del general Blakeney, reforzados por granaderos y 200 americanos, los cuales hicieron retroceder a los españoles.

Vernon envió a Gran Bretaña a la corbeta ’Spence’ con pliegos que anunciaban la inminente ocupación de Cartagena de Indias, dando lugar a la acuñación de monedas conmemorativas por una victoria británica que nunca ocurrió.

         La campaña comenzaba a ir bien para el almirante Vernon y el general Wenworth. El primero tuvo la ocurrencia de enviar a Gran Bretaña a la corbeta Spence con pliegos que anunciaban la inminente ocupación de Cartagena de Indias, dando lugar a la acuñación de monedas conmemorativas por una victoria británica que nunca ocurrió.

         Una vez ocupadas las alturas de la Quinta hubo varios consejos de guerra donde se discutió sobre si se debía atacar la fortaleza de San Felipe de Barajas antes de que los españoles terminaran las obras de defensa, o esperaban a que se emplazase la artillería británica. Se decidió no atacar sin la artillería necesaria para batir esas defensas. Este contratiempo hizo que pasaran los días durante los cuales los españoles prepararon mejor sus defensas y las enfermedades comenzaron a causar bajas en el enemigo.

         Estaba a punto de comenzar el asalto definitivo, pero los españoles instalaron baterías para alcanzar el campamento enemigo, causando muchos daños, pidieron por ello el general Blakeney a Vernon que las destruyera con los cañones de los buques de guerra. El 19 de abril, en un nuevo consejo de guerra británico, se decide atacar San Felipe al día siguiente o habría que reembarcar a las tropas. Ese mismo día Eslava envía doscientos soldados veteranos para reforzar los baluartes de Santa Clara y San Lucas.

Retrato de Blas de Lezo

  • Retrato del Teniente General don Blas de Lezo. Pintura del Museo Naval de Madrid. Un cuerpo marcado con las cicatrices y estragos de una vida dedicada casi por completo a la Armada en los complicados días de aquella época.

         Guarnecían la fortaleza de San Felipe de Barajas unos 500 soldados que pertenecías al regimiento de España, al regimiento de la plaza, un piquete de voluntarios al mando del capitán don Miguel Pedrol y 250 infantes de Marina al mando del teniente de navío don Manuel Moreno. Los británicos habían introducido al navío apresado Galicia para utilizarlo como batería flotante contra la fortaleza.

         A las dos de la mañana del 20 de abril se prepararon para el ataque en dos columnas con un total de cuatro mil hombres. Comenzó el ataque a las tres de la mañana al mando del general Guise. Las tropas al mando del coronel Wynyard, que dirigía la columna de la derecha, se extraviaron a causa de la oscuridad y se desvió al centro, donde el terreno era más escarpado. A este contratiempo, se añadió la falta de escalas al haberlas tirado los americanos que las llevaban para coger sus fusiles. Cuando llegaron a la muralla se dieron cuenta que las pocas escalas que tenían eran cortas, mientras los españoles disparaban contra los británicos. El ataque de la otra columna también fracasó al caer herido el coronel Grant y muerto el guía que la conducía, deteniendo el avance el segundo al mando sin saber que hacer. El general Wenworth envió 500 hombres para continuar el ataque o apoyar la retirada. Los británicos se retiran a su campamento perseguidos por los españoles, que a la bayoneta mataron a muchos enemigos. Según los propios británicos tuvieron en este fracasado ataque 170 muertos, 459 heridos y 10 prisioneros.

         Los británicos, con el envío de un tambor con bandera blanca, pidieron una tregua para recoger a los muertos y heridos. El virrey Eslava les concedió los primeros, pero los heridos quedaron prisioneros, puesto que en el interior de la plaza había ya más de mil y estaban bien atendidos. Durante todo el día continuó la tregua, pero al anochecer se reanudó el cañoneo británico y continuó durante el 21 de abril hasta las tres de la tarde, cuando otro parlamentario británico con bandera blanca pidió un canje de prisioneros. Eslava accedió a ello, fijándose la fecha de ese canje para el 30 de abril.

         Pasaron varios días donde los británicos no dejaron de bombardear las posiciones españolas, aunque sin avanzar un palmo de terreno. Del navío Weymouth se desembarcó el 25 de abril dos morteros, aunque sus disparos eran poco efectivos por la lejanía. Ese mismo día se celebró otro consejo de guerra a bordo del navío Princess Carolina. Hubo debates agrios, decidiéndose reembarcar las tropas y la artillería lo más rápidamente posible. Vernon, decide realizar un último intento de tomar la plaza, aunque sería más lógico pensar en la intención del británico en humillar al propio Blas de Lezo. El 26 de abril se acerca a la plaza el navío Galicia, al mando del capitán Hore y armado con 16 cañones de a 18 y 12 libras. El navío quedó varado antes de acercarse lo suficiente para que su fuego fuese efectivo, siendo este navío cañoneado desde las cinco de la mañana hasta el mediodía, momento en que Vernon ordena su retirada. Los 56 impactos que recibió a ras de agua provocaron su hundimiento, causando 6 muertos y 56 heridos a bordo, según los británicos.

         El 30 de abril se realizó el canje de prisioneros. Uno de los liberados era el alférez de ingenieros Ordigoisti, que comunicó a Eslava las pérdidas sufridas por los británicos. Eran 700 las bajas en los combates en torno a Bocachica y 1.500 bajas en el ataque a San Felipe de Barajas, a los que había que añadir otras 2.500 bajas por las enfermedades (36). Las pérdidas españolas no habían superados los 200 muertos. También informó a Eslava, que Vernon proyectó un segundo ataque a San Felipe, pero las tropas británicas se negaron a obedecer a sus oficiales, siendo fusilados más de 50 soldados.

         Entre los días 1 al 5 de mayo estuvieron los británicos recuperando arboladuras, anclas y otros efectos necesarios para su partida. También se dedicaron a destruir y arrasar los castillos, fuertes y baterías capturadas. Quemaron los restos del Galicia y otros cinco buques británicos que se encontraban muy dañados, además de la falta de hombres para tripularlos. La maniobra de la salida de la escuadra duró hasta el 20 de mayo, poniendo rumbo a Jamaica.

         Hasta aquí, de forma resumida, las operaciones de ataque y defensa de Cartagena de Indias. Los británicos habían fracasado, pero, como siempre, trataron de justificar este fracaso con afirmaciones tan rocambolescas como el buen estado de defensa de la plaza y que hubieran sido necesarios hasta cuarenta mil hombres para doblegarla, o la otra que dice que los británicos no tuvieron en cuenta su desproporción. También se menciona que la retirada de Vernon fue causada por las bajas a causa de las enfermedades, lo cual no deja de ser cierto dada la gran mortandad por esta causa, pero muy pocos mencionan las bajas por la defensa española, sin olvidar que esas enfermedades llegaron al permanecer los británicos un tiempo excesivo en aquellos parajes, provocado por la tenaz resistencia española. Seguramente no sabremos nunca las bajas reales británicas y menos cuales fueron a causa de las enfermedades o en los combates. Hasta ahora se han manejado las cifras de 4.000 a 5.000, pero muchos afirman que pudo llegar a 9.000.

El desastre británico dio lugar en Inglaterra al mutismo total y a resaltar la victoria sobre Portobelo, haciendo olvidar con el tiempo la campaña de Cartagena.

         Muy pocos conocieron en Inglaterra la proporción del desastre del ataque a Cartagena. Las primeras noticias se extendieron en Londres en el mes de julio. Se omitían muchas circunstancias de la retirada de Vernon, sobre todo el gran número de bajas. Ante el secreto y la falta de información veraz, comenzaron a circular en diferentes publicaciones las sospechas del verdadero alcance de la retirada de Cartagena, incluso comenzaron a cuestionarse las informaciones dadas por la Corte y el Parlamento sobre las causas del desastre. Dio lugar al mutismo total y a resaltar la victoria sobre Portobelo, haciendo olvidar con el tiempo la campaña de Cartagena.

 

Medallas conmemorativas

  • Medallas británicas conmemorativas de lo que los británicos consideraron precipitadamente una victoria cuando todavía estaban en curso las operaciones militares. Foto del Museo Naval de Madrid. Estas medallas fueron "disimuladamente retiradas" tras conocerse la dimensión de la catástrofe británica, al igual que trataron de ocultar los hechos desde el primer momento, haciendo que Cartagena de Indias fuera considerado por los historiadores como un simple episodio de mala suerte por los estragos de las epidemias. Afortunadamente algunas de estas medallas han podido llegar a la actualidad y se conoce mejor la repercusión y consecuencias de esta batalla.

1 comentario

Centauro -

La historia completa y rigurosa de que ocurrió, desde 1700 a 1741, se narra en el libro "La batalla de Cartagena de INdias".
Informacion en www.labatalladecartagenadeindias.com