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El Pepiñismo en estado comatoso apadrinado por la Rubalbanana Republic en agonía..

El Pepiñismo en estado comatoso apadrinado por la Rubalbanana Republic en agonía..
 
A LA CONTRA
Ricardo Rodríguez
7 de noviembre de 2011 Imprimir este artículo Enviar a un amigo Aumentar texto Reducir texto Compartir: Acceder al RSS Comparte esta noticia en Facebook Comparte esta noticia en Twitter Añadir a del.icio.us Buscar en Technorati Añadir a Yahoo Enviar a Meneamé Enviar a Digg Enviar a MySpace
A LA CONTRA
Blanco deja a Rubalcaba sin gasolina en campaña
El sprint electoral se está poniendo demasiado cuesta arriba como para disputarlo arrastrando cadáveres. No hay salida y el candidato se muerde la lengua para no perder en comparaciones.




 
   
No hay peor cuña que la de la propia madera y en el caso de José Blanco el aserto parece encajar a la perfección. El nada menos que ministro de Fomento, portavoz del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, inmerso en un obsceno amontonamiento de inconfundibles hedores de corrupción al por mayor, tiene a los suyos con la cabeza caliente y los pies fríos.

"Menuda putada". La frase corre como la pólvora en el seno del aparatchik agobiado porque estos días no da abasto. Les falta tiempo para recoger tantas acusaciones en danza contra Blanco , incluido una lucrativa operación farmacéutica en el cuerno de África. Un indicio más de los más tiempos que atraviesa el "pepiñismo". El ariete de Pala de Reis le ha sido rentable al PSOE pero ha tocado fondo. Está offside y lo sabe. Este lunes huyó de los focos y canceló su agenda, incluida una oportunidad para explicarse en Telecinco. Careció de arrojo para salir ante las cámaras a aclarar tanto fraude a la confianza depositada por los ciudadanos.

Porque José Blanco parece haber olvidado la razón de ser de un servidor público (velar por el interés general de acuerdo con unos principios y unos programas), descarriado en las inextricables mezclas de política y negocios. Toda esta desconcertante polvareda ha trastocado la campaña de Alfredo Pérez Rubalcaba. No es hablar por hablar. La evidencia canta. El candidato pasó el fin de semana por Valencia, punto negro según ha señalado durante años el PSOE, y eludió ante una expectante parroquia usar "cualquier carga de profundidad" contra el PP.

Más allá de una breve ocurrencia, oh sorpresa, Rubalcaba se cuidó mucho de entrar en materia. Ni él, ni tampoco Felipe González o Jorge Alarte que le precedieron en el escenario. Normal. Las comparaciones sobre el caso Blanco hubiesen sido inevitables, al menos en el ruedo mediático, y siempre resultan odiosas para quien sale perdiendo en el cotejo. Evidentemente, la desventaja cae del lado del "número dos" del PSOE. No hay color. Mejor el significativo silencio, pareció ser la consigna. Un chasco para la militancia más belicosa. Así que cualquiera puede hacerse a la idea del impacto de la losa José Blanco en Alfredo Pérez Rubalcaba.

No hay salida, y cuantos más días pasen, peor. Es la sensación generalizada. El PSOE, en estado comatoso, puede convertirse durante el resto de la campaña en un escaparate tenso de rumores, especulaciones, gestos impostados, nerviosismo rayano en la desesperación, y toda suerte de movimientos. Pero no está claro que la resistencia vaya a durar más allá del 20-N. Naturalmente, no es cosa de dañar, todavía más, las opciones electorales socialistas. Blanco, en suma, está al borde del abismo. Imaginarlo ganador del envite se antoja ya un milagro.

www.twitter.com/rrodriguezmaeso

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